El escritor peruano Martín Rodríguez-Gaona acaba de publicar un texto ineludible dentro de la escena poética española. Después de algunas intentonas antológicas y/o críticas (pensemos, por ejemplo, en la ya manida La lógica de Orfeo: un camino de renovación y encuentro en la última poesía española de Luis Antonio de Villena, Visor, 2003; o en la más reciente de Calambur de la mano de Ángel Prieto de Paula: Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia, 2010; o bien el ensayo heterodoxo y provocador de Vicente Luis Mora: Singularidades. Ética y poética de la literatura española, Bartleby, 2006), este libro viene a sistematizar y poner encima de la mesa un tipo de acercamiento analítico distinto y de cierto calado epistemológico. Frente a otras aproximaciones anteriores, Rodríguez-Gaona apuesta, sobre todo, por inscribir el panorama poético último (autores, la mayoría, nacidos después de 1970) dentro de lo que Bourdieu denominaba “El campo literario”, es decir, el entramado sociocultural, demográfico, tecnológico y económico del país. Puede parecer transitado, pero en lo que a última poesía española se refiere, este tipo de enfoques son relativamente inéditos. Con exhaustividad da cuenta de las transformaciones productivo-culturales de los últimos veinticinco años, de sus implicaciones en el ámbito literario, de la receptividad de los textos y el comportamiento de los lectores, del influjo de la tecnología como una nueva era post-gutenberguiana (de la que apenas empezamos a intuir sus efectos desestabilizadores) y del impacto que esto puede conllevar en la generación y difusión de la creación textual, del alambicamiento del sistema editorial y sus repercusiones en la configuración de nuevos cánones, y así hasta pergeñar un fresco relacional y entrópico de la actividad poética española. Un logro, a mi modo de ver, señero habida cuenta de los excesos impresionistas y simplificadores de un cierto tipo de análisis académico y/o recogido en los medios de comunicación de masas (véase, como botón de muestra, el último reportaje publicado por El País Semanal el pasado 13 de junio).
Mejorando lo presente tiene, además, otra virtud: la de proponer con mejor o peor acierto un mapa de lecturas (no exento, por supuesto, de ausencias notables) de la diversidad poética del país, de sus líneas de fuga, sus complejidades interiores, debilidades y carencias, entendiendo que este “mapa” es volátil, inestable y sujeto aún a permanentes cambios. Contrario a los conceptos de generación o grupo literario, Rodríguez-Gaona prefiere hablar de “redes”; frente a las lógicas dualistas (recordemos las disputas entre “poesía de la experiencia” versus “poesía del silencio”, “poesía comunicativo-social” versus “vanguardia”) el escritor peruano apuesta por la dialogicidad, de tal modo que lo que hoy parece configurarse como una tendencia estable, muy pronto se desordena y reconfigura en otra cosa, dada la mutabilidad de las formas de reproducción social y cultural de nuestro entorno más inmediato.
Ahora bien, en mi opinión, el libro dibuja un escenario, a veces, demasiado “buonista”. Como si la heterogeneidad intrínseca de las últimas promociones poéticas españolas, hubiera enterrado, definitivamente, cualquier modalidad de confrontación de poéticas; una especie de mixtura o “melting pot” donde todo tiene cabida por igual sin que genere fricción ni contraste identitario. Y en cierta medida, este modo de ver las cosas, apacigua, canoniza y certifica una especie de “fin de la historia poética” donde se diluyen las formas del conflicto textual. La sociedad-red se tragaría, entonces, la arena de disputa que es, y casi siempre ha sido así, el capital simbólico (de acuerdo a Gramsci) en aras de una integración “mutante” (que no articula sobre formas cerradas, sino sobre aperturas constantes, liminales, hacia nuevas fronteras artísticas) donde todas las poéticas quedan representadas. Seguramente sea simplificadora mi lectura, pero echo en falta varias cosas: En primer lugar una mayor problematización de las estructuras de poder y distribución del prestigio en el seno de esas nuevas promociones poéticas, y cómo esas estructuras de privilegio guardan estrecha relación (siguiendo con el enfoque bourdiano del que daba cuenta al principio) respecto a los procesos de producción social, cultural y económico del entorno. En segundo lugar la radiografía sobre los mecanismos editoriales independientes y la configuración del panorama de premios me parece demasiado bienintencionada, ocultando una realidad más amarga y confusa (tal y como vienen denunciando, desde hace tiempo, los integrantes del blog “Crítica y Contracrítica”). Y en tercer lugar, la preponderancia en el discurso del libro de los factores integradores, heterogéneos y conectivos, calcifica y desactiva, como ya he expuesto antes, buena parte del debate creativo y del contraste de poéticas, asunto éste espinoso pero repleto de potencialidad para la propia escritura. No en vano, a pesar de la aparente integración se mantienen exclusiones y formas sutiles de invisibilización hacia aquellas poéticas menos asimilables por parte del mainstream literario.
Sin embargo, más allá de las posibles y diferentes lecturas que cada quién pueda y quiera hacer, el esfuerzo de Rodríguez-Gaona por escapar del análisis puramente filológico es encomiable, ofreciéndonos un libro fronterizo, multidisciplinar, e imprescindible para cualquiera que desee conocer los movimientos que se están dando en la última escena poética española.
Muy buen análisis, en cuanto a los aciertos y carencias del libro.
ResponderEliminarMuchas gracias Salvaje Oeste. Se trataba, tan solo, de ofrecer una posibilidad de lectura, entre las muchas posibles.
ResponderEliminarCoincido en lo acertado de la reseña, y comparto los aciertos y las carencias que señalas en el libro. Sin embargo, el autor se contradice en numerosas ocasiones y, a pesar de negar, como afirmas, el agrupamiento generacional, literalmente habla de "grupo", "promoción" o directamente "generación" en el libro. Sin duda, en cualquier caso, lo más atractivo son los aspectos que señalas.
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