MEMORIA POÉTICA (2005-2010)


Todos los cánones son operaciones ideológicas, construcciones socioculturales donde impactan fuerzas diferentes. El campo de la producción cultural (capital simbólico) está sujeto a las mismas tensiones que el resto de los órdenes de la vida comunitaria. La poesía no es una excepción. Desde que la llamada “Poética de la experiencia” se hiciera con la “centralidad simbólica” allá por los ochenta, se nos ha insistido que el linaje de la lírica española discurre, eminentemente, por una senda formalista y realista, alejada de cualquier veleidad vanguardista. Todo lo demás sería (desde esta perspectiva) algo así como “reservas indias”, hechos aislados en un continuum homogéneo y coherente. Esta manera de contemplar nuestra literatura ha ido cristalizando poco a poco. Demasiados críticos, demasiadas antologías, muchos lectores optaron por asumir como propio este discurso. Incluso podemos decir que en buena parte de América Latina la concepción que se tiene de nuestra poesía guarda estrecha relación con este proceder. Recientemente estuve en Perú y muchos de los poetas a los que traté reconocían no sentirse interesados por nuestra lírica más allá de los novísimos. “Demasiado apegada a la tradición”, decían. “Demasiado realista”. Bien es verdad que apenas llegan libros, y los que alcanzan se circunscriben a un panorama exiguo, limitado (Visor, Hiperión, Pre-Textos). La misma sensación tuve hace un par de meses a propósito de la visita de Raúl Zurita a Madrid. Ya he dado cuenta de esta anécdota en otro post anterior. En aquella ocasión el poeta chileno en referencia a nuestra poesía señalaba: “demasiado educada”. No sé. Tengo la sensación que seguimos observando la realidad desde los mismos ojos que la empequeñecen. Y no creo que, siendo honestos, debamos aceptar como “único” este paradigma. Menos mal que desde los noventa varios poetas y ensayistas se han empecinado obstinada e higiénicamente en poner luz sobre aquello que algunos denominan “discursos críticos de la poesía española”, es decir, otras genealogías conectadas a las vanguardias históricas y a modos alternativos de pensar la escritura poética.


Aprovechando que acaba el año y la década me hice a mí mismo un repaso apresurado, tratando de recordar qué libros "de" o "sobre" poesía durante los últimos cinco años me han impresionado más. Se trata de una nómina que, subjetivamente, guarda relación con el aliento de las vanguardias históricas, propone (creo) un deliberado protagonismo del lenguaje, apuesta por la búsqueda de nuevos sentidos, nuevas posibilidades expresivas, no rechazan las hendiduras de otras disciplinas artísticas incrustadas en el poema, tienen un claro componente ideacional, reflexivo (poemática del pensamiento, como diría Macedonio Fernández)… Y así un largo etcétera de criterios. Quiero dejar claro varias cosas: Primero, no se trata de un canon, sólo de una nómina que ha suscitado en mí durante estos últimos cinco años interés, reflexión, dudas, emoción, simpatías... Bien es cierto que faltan muchos más textos, pero ni los he leído todos, ni tampoco estoy seguro que tenga criterio suficiente para ordenar nada fuera de esto. Tampoco voy a negar que muchos de los poemarios elegidos pertenecen, además, a compañeros y amigos. Pero en mi caso, lejos de ser un obstáculo, la solidaridad me ha llevado casi siempre a conocer excelentes libros y personas y no me arrepiento de ello. Segundo, soy un apasionado de “nuestra” tradición. Me interesan algunos autores realistas y figurativos (otros me producen auténtico sopor). Tercero, no me siento legitimado para proponer un canon, Dios me libre, de modo que este listado es, simple y llanamente, un autoreconocimiento de por dónde han ido mis lecturas en los últimos años. Cuarto, he tomado la fecha de edición de los textos, no la de escritura. Cuando me he topado con autores que desarrollaron su labor en décadas anteriores, pero que publicaron en forma de antología y/o texto en fechas posteriores, siempre he optado por la fecha de edición. Quinto, seguro que hay erratas en las fechas, así que invito a corregirme y a sugerir las adecuadas. Sexto, faltan muchísimos más textos de otras ramas y disciplinas que también han causado en mí una gran emoción. Pero me he limitado a reflejar los vinculados con la poesía. Séptimo, estoy seguro que olvido otros muchos libros que me encantaron. Quiero pensar que su ausencia se debe a mi mala cabeza. En definitiva, lo que me gustaría resaltar es que frente a quienes hicieron de nuestra lírica un solar, cualquier mirada mínimamente informada descubre sobresaltos, ramificaciones, aperturas. No me gustan las tematizaciones.

Me dejo de rollos. Aquí van los títulos de poesía que más me han impactado en los últimos años.


ADA SALAS. No duerme el animal (Poesía 1987-2003) (Hiperión, 2009)
AL BERTO. El miedo (Poemas escogidos, 1976-1997), (Pre-Textos, 2007).
ANA GORRÍA. Araña (El Gaviero, 2005).
ÁNGEL CERVIÑO. El Ave Fénix solo caga canela (y otros poemas) (DVD, 2009).
ÁNGEL CRESPO. La realidad entera: antología poética (1949-1995) (Galaxia Gutenberg, 2005).
ÁNGEL GUINDA. Claro interior (Olifante, 2007).
ANTONIO GAMONEDA. Esta luz (Galaxia Gutenberg, 2004).
ANTONIO MÉNDEZ RUBIO. Historia del daño (Selección poética 1986-2005), (Germanía, 2006).
ARMAND GATTI. Antología: Poesía. (Demipage, 2009).
BENITO DEL PLIEGO. Merma (Baile del Sol, 2009) y Muesca (Amargord, 2010).
CARLOS HUERGA. Un hombre en el umbral (Amargord, 2010).
CARLOS LÓPEZ DEGREGORI. Un mesa en la espesura del bosque (Peisa, 2010).
CARLOS JIMÉNEZ ARRIBAS. Darwin en las Galápagos (DVD, 2008).
CARMEN CAMACHO. Minimás (Baile del sol, 2009).
CHARLES WRIGHT. Una breve historia de la sombra (DVD, 2009)
EDUARDO MILÁN. Pulir huesos: veintitrés poetas latinoamericanos (1950-1965) (Galaxia Gutenberg, 2007).
EDUARDO MOGA. Cuerpo sin mí (Bartleby, 2007).
ENRIQUE FALCÓN. La Marcha de 150.000.000 (Eclipsados, 2009).
ESTHER RAMÓN. Reses (Trea, 2009) y Grisú (Trea, 2010).
FRANCISCO FERRER LERÍN. Ciudad propia. Poesía autorizada. (Artemisa, 2006).
GABINO ALEJANDRO CARRIEDO. Poesía: obra completa (Fundación Jorge Guillén, 2006).
HUGO MUJICA. La pasión según Georg Trakl: Poesía y expiación. (Editorial Trotta, 2009)
JORDI DOCE. La ciudad consciente Ensayos sobre Eliot y Auden (Vaso roto, 2010).
JOSÉ LUIS GÓMEZ TORÉ. Fragmentos de un cantar de gesta (Pre-textos, 2007).
JOSÉ-MIGUEL ULLÁN. Ondulaciones. Poesía reunida 1968-2007. (Galaxia Gutenberg, 2008).
JOSÉ MILLARES SAL. Cuadernos (2000-2009) (Calambur, 2010).
JUAN JOSÉ ALMAGRO IGLESIAS. El hombre bañera. (Bartleby, 2007)
JUAN SOROS. Cineraria (Amargord, 2008).
JULIA CASTILLO. Febrero (Abada, 2008).
JULIA PIERA. Puerto Rico digital (Bartleby, 2009).
JULIETA VALERO. Los heridos graves (DVD, 2005).
JULIO CÉSAR GALÁN. Tres veces luz (La Garúa, 2007).
LORENZO GARCÍA VEGA. No mueras sin laberinto (Bajo la luna, 2005)
LUIS MUÑIZ. Un fragor indeterminado (Trea, 2008).
MARCOS CANTELI. Su sombrío (DVD, 2005).
MARÍA AUXILIADORA ÁLVAREZ. Las nadas y las noches (Candaya, 2009).
MARTA LÓPEZ LUACES. Los arquitectos de lo imaginario (Pre-Textos, 2010).
MARTÍN RODRÍGUEZ-GAONA. Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes (Caballo de Troya, 2010).
MARY JO BANG. Elegía (Bartleby, 2010).
MERCEDES ROFFÉ. Las linternas flotantes. (Bajo la Luna, 2009).
MERCEDES CEBRIÁN. Mercado común. (Caballo de Troya, 2006).
MIGUEL CASADO. La experiencia de lo extranjero: Ensayos sobre poesía. (Galaxia Gutenberg, 2009).
MIGUEL ÁNGEL GARA. Luz previa a la luz (Algaida, 2006) y El desierto del agua (La Garúa, 2009).
MIGUEL SUÁREZ. La voz del cuidado: 1970-1995 (Dilema, 2009).
OLVIDO GARCÍA VALDÉS. Esa polilla que delante de mí revolotea: poesía reunida (1982-2008) (Galaxia Gutemberg, 2008).
ÓSCAR CURIESES. Sonetos del útero (Bartleby, 2007) y Dentro (Bartleby, 2010).
PATRICIA ESTEBAN. El rescate invisible (Amargord, 2005).
PHILIPPE JACCOTTET. El ignorante. Poemas 1952-1956 (Pre-Textos, 2006).
PILAR FRAILE. El límite de la ceniza (Ediciones Universitarias de Zaragoza, 2006).
RAFAEL-JOSÉ DÍAZ. Antes del eclipse (Pre-textos, 2007).
RAÚL ZURITA. Cuadernos de guerra (Amargord, 2009).
ROGER SANTIVÁÑEZ. Amarath precedido de Amastris (Amargord, 2010).
SANDRA SANTANA. Es el verbo tan frágil (Pre-textos, 2008).
SHARON OLDS. El padre (Bartleby, 2004).
TED HUGHES. El azor en el páramo (Bartleby, 2010)
VALERIE MEJER. De la ola, el atajo (Amargord, 2009).
VICENTE LUIS MORA. Construcción (Pre-Textos, 2005).
XOÁN ABELEIRA. Animales Animales (Bartleby, 2009).


¿Y tú qué piensas? ¿Cuáles han sido los libros que más te han interesado en los últimos años?

SHARON OLDS


Tengo la sensación de llegar tarde a muchas lecturas. Como si fuera un aprendiz eterno. Seguramente algunas cosas hubieran cambiado dentro de mí de haber conocido antes a ciertos poetas que para otros son, en cambio, viejos compañeros de fatigas. Una de esas poetas es la norteamericana Sharon Olds. No ha sido más que recientemente que supe de su existencia y pude leer un libro magnífico, imprescindible, creo. El padre, editado por Bartleby en el lejano ya 2004. Se trata de una poesía realista en el mejor sentido del término, en ese sentido que a menudo escasea por estos lares.

Por si existiera alguna persona tan rezagada como yo les diré que Sharon Olds nació en 1942en San Francisco (California). A tenor de lo que dice la Wikipedia creció como una "calvinista maldita". Después de su graduación en la Universidad de Stanford se transladó a realizar un Doctorado en la Universidad de Columbia. Olds ha sido galardonada en múltiples ocasiones con premios como The San Francisco Poetry Center Award, the Lamont Poetry Prize, The National Books Critics Circle Award, y el T. S. Eliot Prize. En la actualidad imparte clases de creación literaria en la Universidad de Nueva York.

Entre sus libros destacan: Satan days (1980), The Dead and the Living (1983), The Gold Cell (1987), The Father (1992), The Wellspring (1996), Blood, Tin, Straw (1999), Unswept Room (2002) y Strike Sparks: Selected Poems (2004).

En España sólo se han traducido: Satán dice, Igitur, 2001, con traducción de Rosa Lentini y Ricardo Cano Gaviria. El padre, Bartleby editores, 2004, con traducción de Mori Ponsowy. Y Los muertos y los vivos, Bartleby editores, 2006, con traducción de Juan José Almagro Iglesias y Carlos Jiménez Arribas. Aquí dejo sus portadas para que los veáis.





Debo decir que, de los editados por Bartleby, el que más me ha impresionado ha sido "El padre", porque ofrece una potencia expresiva inusual. Sharon Olds nos enseña un nuevo camino para la traducción de lo vivo: aquello que conecta la crudeza de lo matérico y las fragilidades de su representación.

Transcribo a continuación dos poemas que me han gustado especialmente:

SU QUIETUD

El doctor dijo: "Usted me pidió que le dijera
cuando no se pudiera hacer nada más.
Se lo digo ahora."
Mi padre estaba sentado,
casi inmóvil, como siempre, sin mover los ojos.
Yo supuse que se enfurecería al saber que moriría,
que agitaría los brazos, que gritaría.
Pero se quedó sentado,
limpio con su pijama limpio,
delgado, como un santo.
El doctor dijo: "Podemos hacer algunas cosas
para darle tiempo, pero no lo podemos curar".
Mi padre le dio las gracias.
Y se quedó sentado, quieto, solo,
digno como un rey extranjero.
Me senté a su lado. Ese era mi padre:
siempre supo que era mortal. En cambio, yo temí
que tuvieran que amarrarlo. Había olvidado
que siempre se quedaba así, aguantando,
en silencio, el alcohol un modo de callar.
No lo había conocido: mi padre tenía dignidad.
Al final de su vida, su vida
empezó a despertar en mí.

LO QUE ME IMPRESIONÓ CUANDO MURIÓ MI PADRE

No me impresionó de su muerte
que su rostro perdiera cuanto le quedaba de carne
como si sus huesos estuvieran creciendo;
ni la pequeñez de su último aliento,
mota de polvo bajo la cama de una muñeca;
ni el hogar abierto de su boca al morir;
o su corazón detenido, bajo supecho.
Las llamas que lo quemarían, la línea
que apareció bajo sus pupilas, la tierra que lo cubriría:
nada me impresionó hasta que desperté
junto a mi esposo y recordé que mi padre
no se afanó por respirar, con cuánta calma
su cuerpo recibió la muerte, ese aliento final
tan pequeño y, después, nada, ni un esfuerzo: eso
no me impresionó pero cuando lloré
y sentí el peso de mi esposo sobre mí
y las lágrimas sobre mi rostro mi cabello mis orejas
como si mi cabeza estuviera sumergida,
cuando lloré y él me hizo callar -los niños
al otro lado de la puerta y la esposa de mi padre
al otro lado de la pared delgada- cuando calló mi llanto
con su mano suave sobre mi boca
casi como si pensara que mi llanto podía sonar
como si yo estuviera acabando, eso me impresionó.

SHARON OLDS


Y ahora escuchemos la voz de la poeta...

INSOMNIO: MARLENE DUMAS, FRANK AUERBACH Y GEORG BASELITZ

Hace tiempo ya que tengo problemas para dormir. No sé cuándo me cambió el sueño ni las razones de ello. Soló acierto a comprender que en noches como esta se agolpan en mi mente obsesiones e imágenes. Textos y fotografías discontinuas, fragmentarias, inconexas. Parece que dialogaran entre sí, pero no, lo que disponen es una amalgama inconsciente de miedos y debilidades. Esta noche ha sido el turno de la pintura. Sin quererlo se me vinieron a los ojos los nombres de varios pintores a quienes admiro y que siempre consiguen desestabilizarme, provocar en mí una suerte de "pavura". Quiero pensar que si la poesía y la pintura tienen algo en común es esa capacidad de mostrarnos los laterales de cualquier presencia, los linderos del lenguaje y la materia. Al igual que el insomnio, que nos obliga a prolongar la vigilia cuando lo que deseamos es sumirnos en el abandono, el sueño y la fabulación. Sin embargo, se trata de una consciencia obsesiva, descoyuntada, demasiado fuera de sí como para hacerla deseable. Por eso existen los barbitúricos. Otro nuevo intersticio. Y entonces surgen Marlene Dumas, Frank Auerbach y Georg Baselitz, para mostrarme el camino de la representación vidente. Las ramificaciones de esa misma obsesión. Viendo su trabajo, se me antojan impostadas aquellas estéticas que circunscriben la figuración a una suerte de nuevo "formalismo". Frente ellos persiste el insomnio. Contra ellos, esta malla de gallinero que llamamos realidad.





JULIO RAMÓN RIBEYRO


Siento auténtica veneración por el narrador peruano Julio Ramón Ribeyro (1929-1994). La vuelta de Lima me ha llevado a releerlo, a leerlo (porque es inagotable), aprovechando que Seix Barral ha acometido la tarea de editar sus cuentos completos. Y sigo encontrando ese mismo carácter crítico, desasosegante, alucinado, realista e imaginativo a la vez. Dueño de registros muy variados y de una capacidad de penetración social y psicológica ejemplar. Cuesta creer las razones por las cuales fue menos conocido que otros compañeros de generación (el famosísimo boom latinoamericano), a pesar de su dominio técnico y su ambición estética. Quiero dejar aquí un par de textos que muestran, creo, la semilla de su genio. En primer lugar el decálogo sobre lo que, en opinión de este autor, debe ser un cuento. Luego un ejemplo de ello, de la mano de su breve y magistral "La careta".

Decálogo

1.- El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector a su vez pueda contarlo.
2.- La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada y si es inventada, real.
3.- El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirón.
4.- La historia contada por el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello junto mejor. Si no logra ninguno de estos efectos no existe como cuento.
5.- El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin ornamentos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela.
6.- El cuento debe sólo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja.
7.- El cuento admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple, epístola, informe, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.
8.- El cuento debe partir de situaciones en las que él o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino.
9.- En el cuento no deben haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.
10.- El cuento debe conducir necesaria, inexorablemente a un sólo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.

La observación de este decálogo, como es de suponer, no garantiza la escritura de un buen cuento. Lo más aconsejable es transgredirlo regularmente, como yo mismo he hecho. O aun algo mejor: inventar un nuevo decálogo.

Julio Ramón Ribeyro.
Barranco, 1994.


LA CARETA

Prendido de las rejas, Juan observaba el baile de máscaras que se daba en la casa del marqués de Osin. Era la Fiesta de la Risa, y todos habían acudido con unas caretas cómicas donde la boca enorme formaba una media luna entre las orejas desmesuradas. Juan hubiera querido entrar, pero las tiendas del pueblo se habían cerrado y no tenía dónde comprar una careta, ni era hábil para fabricársela. En vano tocó las puertas de sus conocidos buscando una prestada, porque todos habían ido a la fiesta con ella, y las casas estaban vacías de personas y de caretas. Las danzas, las serpentinas, el tintineo de las copas, lo hacían temblar de emoción, y, regularmente, un mozo pasaba por su lado obstruyendo la visión, más elegante que un canciller, con una bandeja enorme donde humeaban manjares.
Por fin se le ocurrió una idea. Fue a su casa y untó su rostro con bermellón. Se puso su dominó y, frente al espejo, ensayó la más grande sus sonrisas. El efecto era espléndido y quedó soprendido del aspecto enmascarado que había asumido. Así fue corriendo hasta la casa del marqués y tocó la puerta. Los ujieres, al verlo, se hicieron una reverencia y le dejaron pasar con grandes atenciones.
Juan comenzó a divertirse a su gusto, pues nadie se había percatado de su estratagema. Bailó la polca y el vals vienés, bebió champán como un novio, hasta que los músculos de la cara comenzaron a flaquearle, pues esa risa fingida era insostenible. A veces se retiraba al baño y, a escondidas, retomaba su antiguo semblante, pero cuando alguien entraba tenía que volver a reír y, así, la fiesta interminable iba haciéndose torturante. La única solución que se le ofrecía era retirarse y, haciendo un último esfuerzo, se dirigió hacia la puerta, sonriéndole a los porteros. Pero uno de ellos lo detuvo.
- No se puede salir, señor.
- Estoy ya cansado.
- Son órdenes del marqués. Nadie sale hasta el alba.
Juan regresó al centro de la fiesta y siguió bailando, esperando que amaneciera. Sentá la cara dura, agarrotada, como si fuera de palo. Pero el tiempo fue transcurriendo, y un rosicler hermoso apareció en el cielo. Por un momento, la orquesta silenció sus instrumentos y el marqués subió a un estrado.
- ¡Señores! -dijo-. ¡Ya va a concluir la fiesta! Dentro de un momento daré la señal y todos ustedes han de quitarse la máscara. La risa debe terminar con el primer rayo de sol. La mejor máscara será premiada con un lebrel de mi perrera.
Juan se retiró hasta las escaleras y se cogió el rostro con ambas manos. La risa se le había estratificado y, por más que se palmeó los carrillos y se tiró de los labios, no podía arrancarla.
- ¡Señores! -gritó el marqués-. ¡Ya es hora!
Todos comenzaron, entonces, a despojarse de las caretas; y rostros agrios, juguetones, melancólicos y monstruosos aparecieron bajo ellas. Juan quiso escabullirse, pero algunos de los concurrentes lo divisaron.
- ¡Allí hay uno que no se ha quitado la careta! -gritaron y, a pesar de que corrió hasta la reja, fue alcanzado por los ujieres. Estos lo condujeron donde el marqués.
- ¡Es usted un insolente! -dijo-. ¿No ve que ya es hora de ponerse serio? -y, dirigiéndose a la concurrencia, exclamó-: ¡A este rebelde quítenle todos la careta!
Juan, forcejeando, logró desprenderse de los ujieres, pero todos los concurrentes lo rodearon y pronto cayó en tierra, siendo aplastado por ellos. Intentó librarse, pero todo fue inútil. Sintió que le palpaban el rostro, que le tiraban de las orejas. "¡Qué pegada está!", murmuraban; hasta que alguien dijo: "¡Yo sé cómo quitársela!".
Juan comenzó a reírse de veras porque, de pronto, todo le pareció un juego comoquísimo. Hasta que sintió un instrumento cortante que le tajaba la frente y le corría por la sien. Toda precaución fue tardía. Antes de que pudiera oponerse, sintió que le arrancaban la piel de un solo tirón.
- ¡Ya está, ya está! -gritaron las voces y lo dejaron abandonado, corriendo en tropel donde el marqués.
Juan, tumbado sobre un macizo de flores, divisó, a través de la sangre que le regaba los ojos, al marqués, que, tomando su piel entre sus manos, la miraba extrañado y decía:
- Esta es la mejor. ¡Denle el premio a este muchacho!
Luego la arrojó por los aires, cayendo cerca de Juan. Este alargó la mano para cogerla, pero los perros del marqués se adelantaron y comenzaron a disputársela vorazmente.

1952


Escuchemos al maestro...







EPÍLOGO PERUANO: PABLO GUEVARA, ANA MARÍA FALCONÍ Y EL MOVIMIENTO HORA ZERO



Madrid de nuevo. Lima quedó atrás, pero se ha transformado en recurrencia, algo adherido a la mirada. Como si su realidad (sus realidades) se hubieran incrustado en la memoria. Otros libros. Otros autores a los que no conozco. Me traigo una maleta llena de publicaciones. Aún no he tenido tiempo de leerlas con atención. Las abro. Las hojeo. Y saltan poemas. Y los transcribo.

Pablo Guevara (Lima, 1930-2006) es uno de los más jóvenes miembros de la llamada generación del cincuenta. Profesor de literatura en la Universidad Nacional de San Marcos. Pablo ganó el Premio Nacional de Poesía (1954) y el Premio Copé de Oro (1997). Sus trabajos poéticos han sido: Retorno a la creatura (Madrid, 1957), Los habitantes (Madrid, 1963, Lima, 1965), Crónicas contra los bribones (Lima, 1967), Hotel Cuzco y otras provincias del Perú (Lima, 1971), Un iceberg llamado poesía (Lima, 1998), La colisión. Ópera marítima en cinco actos (Lima, 1999). Sus libros póstumos son: Hospital (Lima, 2006), Hacia el final. Homenaje a Pound (Lima, 2007), Mentadas de Madres (Lima, 2007) y Tren Bala (Lima, 2009).

Aquí van dos poemas de “Hospital”:

[1]

Primeras incoherencias 1 a.m. la habitación cueva de al lado rebasaba de aullidos… parecían los de un animal poderoso portentoso mitológico furioso… de repente se trocó en juvenil voz de mujer muy entristecida que decía sollozando entrecortadamente…:

«por qué tengo que tener los zapatos más feos de este lugar… no sé»… —y sonó como una gran explosión— y otra vez esos aullidos salvajes aun peor que antes…

[4]

Ignoran los que llegan a esta inmensa ciudad que aquí también llegan como emigrantes… todos somos pasajeros de paso por la tierra… [al mundo nos lo prestan como una pelota por unos instantes y como un agiotista de torva mirada bien ladino cuenta y recuenta las horas minutos y segundos… de nada servirá presentarle nuestro más bello cuerpo o magníficas obras por hacer o terminar… el usurero dice basta y cobra al instante y punto…]

Y lo hace siempre en un recinto de vivos muertos todavía frescos [por eso es que sospechándolo se siente un escozor un algo extraño o una comezón un cierto aguijonazo una cierta cargazón o desazón uno no se sabe bien qué] esta extensión enorme a mi alrededor no es una extensión amiga ni mucho menos y definitivamente es un territorio enemigo campus belli o un lugar donde si no presentamos batalla desde el primer minuto estaremos perdidos para siempre

PABLO GUEVARA



Ana María Falconí es traductora y profesora de castellano e inglés. Ha traducido al español poemas y cuentos norteamericanos, y al inglés poemas de algunos poetas peruanos. Ha publicado artículos en plaquetas, revistas y periódicos locales. Dirigió la Revista de Literatura “Pelícano”. Su poemario Sótanos Pájaros fue publicado en 2006 por Tranvías Editores. Poemas suyos aparecen en la antología del Yacana-Poesía Perú S. XXI, y en Poetas peruanas de la antología de Ricardo González Vigil.

Dejo dos poemas integrados en su poemario “Desvelo blanco”:

Réquiem 1

Hoy hablé con ella
Me dije,
Los muertos también se sienten solos

Una pluma blanca entró por la ventana
Y acarició mi rostro

-No dejes de hablarme- supliqué

Creí percibir un murmullo
Cuando se llenó de vaho el cristal
Con mi propio aliento

Retrato

El viento se llevó su rostro
Su cabello
Como enjambre de abejas

Los ojos rompieron
La luna
En pedazos ciegos

La boca arrastró un temporal
Y azotó un pueblo entero

La nariz se hundió
En el olor de las ciénagas

Y su voz,
Su voz se volvió el propio viento

Que cruza enfurecido los espejos

ANA MARÍA FALCONÍ



Pero más allá de tantos libros y poetas encontrados surge un nombre que se ha repetido estos días: Hora Zero. Aquel mítico grupo que revolucionara el mapa de la producción cultural peruana de los setenta. Sus conexiones con el Infrarrealismo mexicano, inmortalizado después por Roberto Bolaño en sus libros Los detectives salvajes o Amuleto. Hora Zero. Con la que está cayendo vuelve a tener vigencia. Y llega a mí un libro que da cuenta de su historia en boca de uno de sus protagonistas: Tulio Mora, que dice en la contraportada:

El cambio más radical de la poesía peruana, de la segunda mitad del siglo XX, llegó puntual en 1970 con la aparición del movimiento Hora Zero. Desde entonces se ha convertido en un protagonista incómodo para el oficialismo centralista y liberador para los márgenes: los nuevos centros urbanos nacidos de la migración y las provincias, que fueron junto con Lima las sedes naturales de Hora Zero, y en las cuales hoy se impone una nueva poesía, redibu7jando el perfil sociocultural del país.

Una vigencia de cuarenta años sólo ha sido posible por la calidad de sus integrantes (autores de libros fundamentales para entender estas décadas de violencia y desgarramiento) y los logros de una poética sumamente adaptable a la complejidad del Perú: el Poema Integral. Por eso, y pese al silenciamiento que pretendió la crítica canónica, Hora Zero avanzó por el continente, fue el hermano mayor del movimiento chileno-mexicano Infrarrealista y propició el surgimiento del movimiento Hora Zero Internacional en París.

Esta dimensión plural, registrada en la presente antología, le concede a Hora Zero una ciudadanía vanguardista con una permanencia jamás vista en las letras hispanoamericanas.


TULIO MORA



Transcribo a continuación un poema de una de las figuras esenciales de este movimiento, Jorge Pimentel (Lima, 1944), a quien pueden reconocer en la foto superior:

Balada para un caballo

Por estas calles camino yo y todos los que humanamente caminan
por esencia me siento un completo animal, un caballo salvaje
que trota por la ciudad alocadamente sudoroso que va pensando
muy triste en ti muy dulce en ti, mis cascos dan contra
el cemento de las calles. Troto y todo el mundo trata
de cercarme, me lanzan piedras y me lanzan sogas
por el cuello, sogas por las patas, me tienden toda clase
de trampas, en un laberinto endemoniado donde los hombres
arman expediciones para darme caza armados como perros policías
y con linternas, y cuando esto sucede mis venas se hinchan
y parto a la carrera a una velocidad jamás igualada
por los hombres, vuelo en el viento y vuelo en el polvo.
Visiones maravillosas aparecen ante mis ojos. Y vuelo
y vuelo. Mis extremidades delanteras ejercen presión
sobre las traseras y paralelamente y a un mismo ritmo
antes de asentarse en el polvo retumban en la tierra.
relincho. Y mi cuerpo va tomando una hermosísima elasticidad,
me crecen pelos en el pecho y es un pasto rumoroso
el que se ondea y es una música y es un torbellino
de presiones que avanzan y retroceden en mi vuelo. Atrás
van quedando millares de kilómetros y sigo libre. Libre
en estos bosques dormidos que despierto con el sonido
de mis cascos. Piso la mala hierba y riego mis orines
calientes, hirviendo en una como especie de arenilla.
Descanso a mis anchas, bebo el agua de los ríos, muerdo hierba,
tallos, rumio. Mis mandíbulas se ejercitan. Muevo mi larga cola
espantando a los mosquitos. Los guardacaballos vigilan
desde la copa de los árboles. Caen las hojas secas.
Los días se suceden y suelo dar suaves galopes hacia la vida.
En invierno los senderos se hacen tortuosos: el fango todo lo invade.
Para el frío utilizo cabañas abandonadas, cuevas en los cerros
que me resguarden de las tormentas. Yo observo la lluvia
desde mi cueva. Cae la lluvia y todo lo moja. Con este tiempo
suelo galopar poco cuidándome de algún desgarramiento.
Muchas veces me siento solo y llego hasta los helechos
de los ríos para pensar muy dulce en ti muy triste en ti
y voy galopando bordeando el río añorando alguna yegua
que llegó a correr en pareja conmigo. A veces los niños
que vagan sueltos por las campiñas mientras sus padres
realizan tareas de recolección o labranza me montan a pelo
y solemos correr ciertas distancias, ganando años,
aumentándolos. De ellos sí recibo algún trozo de azúcar.
En el verano el sol se pone rojo y se hace presente con su alegría
y los habitantes de los bosques y campos suelen saludarme
con el sombrero y con la mano. Yo les contesto con un relincho
parándome en dos patas. Y con la luz solar que todo lo invade
suelo dar galopes hacia la vida. Allí
donde mi presencia es esperada me hago realidad.
Allí donde ni mi sueño se revela me hago realidad
me hago realidad en esos ojos que están cansados
de ver las mismas cosas. Y es en verano cuando la vida
se enciende y mis cascos recogen la hermosura de la tarde
y asciendo a las cumbres donde diviso extensiones
de mar, de cielo, de tierra.
Mi figura domina la naturaleza.
Cruza por el cielo un escuadrón de tórtolas.
Cae la noche.
Mi sombra se recobra.
Las ramas crujen.
Y por un instante pensé muy triste en ti muy dulce en ti.
Cae la noche en estos bosques, pareciera que la tierra
se difunde con la noche, se propaga, se manifiesta.
Y toda la noche he ido creciendo. Y crecía y crecía
aún más, aún más ¿hasta dónde crecerás?
¿No tienes miedo? No, contesté. Soy libre.
El día, el nuevo día como algo fresco se anuncia solo.
Por esta época del año suelen cruzar manadas
de caballos ahuyentados y en busca de nuevos campos.
Recuerdo que logré darles alcance y me contaron
que lograron salvarse de una cacería emprendida
contra ellos para mandarlos a vivir a un potrero
y que luego de ser sometidos al cubo de agua
y a la alfalfa son obligados en los hipódromos
a recorrer distancias de 1.000, 2.500, 5.000 metros
y no eres libre de correr sino que te dopan, te colocan
descargas eléctricas, te manosean, te latiguean
con una fusta despellejándote. Y así durante
un buen tiempo mientras ves acumuladas alforjas
de oro y plata. Hasta que te llegue el momento de ser
sometido a la reproducción arrinconándote a una yegua
a la vista y paciencia de todos, sin intimidad
en una mañana de tinieblas y poca luz y luego
te separarán de tu yegua y potranco y pasarás
tus años inmisericordes como padrillos viejo y cuando
manques te dispararán un balazo en la sien. Ya
había galopado un buen trecho con la manada
que huía despavorida y me dijeron que probablemente
para el invierno pasarían por aquí para ir más
al norte. Y se alejaron a la carrera. Yo sabía
lo que le sucede a un caballo en la ciudad. Y
por ello me mantengo alejado de ella. Pero a veces
me interno y sucede lo que tiene que suceder. Pero si yo
me rebelo y persisto y amo terriblemente mis posibilidades
de realizarme en un medio donde la civilización se mata
y permanecen odios, prefiero ser caballo. Mojaré
la tierra con mis orines calientes hirviendo con estas ganas
inmensas de vivir y me uniré a las manadas para galopar
para no estar solos, para volvernos verdes – azules – amarillos
anaranjados – rojos y trotar hacia el nuevo aire fresco
y el campo sin límites.
Seré libre así y al menos mis guardacaballos cuidarán de mí
y de mi yegua
y de mi potranco.

(De Ave soul, 1973)

* Guardacaballos: ave que habita con los caballos en el Perú.

POETAS PERUANOS: CARLOS LÓPEZ DEGREGORI Y MARIO MONTALBETTI




Salgo de Lima. Apuro los últimos instantes. Compromisos, regalos, paseos. Pero en medio una parada, un café frente al Pacífico. Junto al poeta Carlos López Degregori. Charla amistosa, intercambio de libros, primera lectura después, sentado en el malecón. ¿Títulos? El hilo negro (Borrador editores, 2008, poemas en prosa) y Una mesa en la espesura del bosque (Peisa, 2010).

Carlos López Degregori nació en Lima, en 1952. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1970-1972) y en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá , Colombia (1973-1977), donde obtuvo el título de Licenciado en Literatura. Ha realizado también estudios de Postgrado en el Instituto de Cooperación Iberoamericana en Madrid en 1990. Empezó a publicar a fines de los años setenta y es uno de los poetas más significativos de las tres últimas décadas en el Perú. Ha publicado nueve libros de poesía, entre ellos, Cielo forzado (1988), Lejos de todas partes (1994), Aquí descansa nadie (1998) -con el cuel obtuvo el Premio Internacional de Poesía El Olivo de Oro-, Retratos de un caído resplandor (2002), Flama y respiración (2005), El hilo negro (2008) y recientemente Una mesa en la espesura del bosque (2010).



A continuación transcribo dos poemas de El hilo negro:

EL VERTIGO

Saltamos de los puentes, de los trenes que se acercan o alejan presintiendo descarrilamientos, de los montes en marcha, de las nieves, de los truenos, de las hojas más altas de los árboles.

Desnudos o vestidos. Atados o desatados al viento, a una garganta, a un cabello, a un jirón de piel. Abrazados al lomo de los pájaros o a caballos fantasmas.

Y no saltamos por miedo ni desaliento ni rencor.

Solo nos dejamos caer armados de carcajadas y con los ojos abiertos.

EL TALENTO Y EL AMOR

A la siete en punto, después del llanto helado de mi perro, desde hace treinta y cuatro años cierro la peluquería. Entonces me reúno con ese animal y voy barriendo todo el pelo acumulado en el día.

Odio el espejo desportillado, la navaja insensible, el olor dulzón del cabello sin lavar. Envidio los ojos desolados de mis clientes, las marcas secretas que diferencian sus cabezas.

¿Por qué entre todos los talentos no me tocó el amor?

Camino dormido sosteniendo una tijera y duermo porque gira esta silla y mi corazón es una correa de afilar interminable.

Me hice peluquero por fatalidad.

De tanto cortar pelo no aprendí a segar las cabezas.



Y de este libro recién aparecido en Perú transcribo este poema que me tiene en vilo desde que lo leí:

LA PRIMERA MENTIRA

Tu voz esta mañana es la primera mentira.
Con ella me haces laboriosamente:
me afilas
me extiendes
me descoyuntas
para que pueda creer en mí.

Existo por ti esta mañana
y para probarlo
abres tus pechos en un pozo.

Es un círculo perfecto de unos diez centímetros de diámetro.
Arrojo un fósforo encendido para calcular la profundidad
un guijarro de carne.
Acerco los ojos y apenas distingo una musgosa sombra
grito
y en un amor insumiso
el sonido baja hasta apagarse.

Podrías reducirme y hacer que saltara
caería el tiempo necesario
entre piedras enormes
hasta llegar
a una flor de agua
o a una escarpada arena.

Allí me recogías aturdido.
Me arroparías con las piernas rotas en una cama de palo
y me pedirías que esperara:

qué:

no sé.

Un pozo no es una casa para entrar ni salir
no es una disciplina para las apariciones
y las desapariciones
ni una floresta de manos de cal.
Un pozo es sólo una vía dolorosa
que va de un lado tuyo a un otro lado.
Es una torsión
una intensidad
un límite.

No es un destino
pero sí es un destino.

CARLOS LÓPEZ DEGREGORI



A Mario Montalbetti no pude verlo. Propias imposibilidades de tiempo me negaron (muy a mi pesar) el encuentro con él. Y mira que lo siento. Lo poco que he leído de su trabajo me ha resultado imprescindible. Menos mal que paseando por el centro de Lima topé con la famosísima librería El Virrey, y adquirí un ejemplar de sus Llantos elíseos. Para quien no le conozca diré que se trata de una de las voces fundamentales de la poesía peruana. Nació en el Callao en 1953. Es profesor asociado de lingüística en la Universidad de Arizona y en la Pontificia Universidad Católica del Perú y profesor visitante en las Universidad de California (Los Angeles) y Cornell. Obtuvo su doctorado en Lingüística por el Massachusetts Institute of Technology. Ha publicado varios artículos sobre gramática formal en revistas especializadas. Actualmente, sus investigaciones se concentran en las relaciones entre metalingüística y metapsicología. Ha escrito cinco libros de poemas: Perro Negro, 31 Poemas (1978), Fin Desierto (1997), Llantos Elíseos (2002), Cinco Segundos de Horizonte (2005) y Ocho cuartetas contra el caballo de paso peruano (2008). Transcribo a continuación dos poemas de Llantos Elíseos:

LA DANZA DE LOS DECIMALES

ahora es el otrodía de nuestro desconcierto
vuelto novedad gracias a este hijo de Yo

cualquier cosa que hagas no dividas
las cosas justo ahora que ya no hay forcejeos
inútiles sino múltiples esperas
por el próximo carnívoro

las interprestaciones de Trilce VIII se mecen
ambiciosas en la sala de partos

ahora es el invierno ahora es la estación
mañana esotro día
el hilleno mundo perfectamente esférico
vigilando en su entrada por el donle corazón

mañana eseste día
mañana es estedía al mediodía

en treinta minutos lo hurtará la vida
para darle un arma de consistencia blanca
y el próximo carnívoro libre de toda espalda
traspasará su propia frente hasta perder el eco

que le habíamos conferido

POEMA DEJADO EN PRENDA POR UN JUGUETE

un extenso vocabulario técnico en boca de mujeres
me excluye

belleza acaso
ballenas en procesión rompiendo la línea del horizonte
maravillosos mamíferos
que se supone debo considerar

con interés
junto con esos cantos interminables
que no logro descifrar
una vez más un extenso vocabulario técnico

me excluye y todo es natural
posiblemente

sigo el ritmo con los dedos pero no soy parte
de nada de esto

belleza acaso
deforme como la nube que se hincha sobre el ciprés

un ruido fingido
una voz metálica brotando del vientre de una muñeza
mi nombre soy me llamo es

un idioma enconado lleno de raíces tuberosas
que hiervo en agua salada

y una vez más la naturalidad
de la mano que traza un círculo de tiza en la vereda

el lugar al que no puedo ir

que solamente puedo amar

me enteraré en su momento si todos estos procesos
interiores
valen la pena
o si son simplemente inevitables

MARIO MONTALBETTI

POETAS PERUANOS: VÍCTOR RUIZ VELAZCO Y PAUL GUILLÉN




Hay colecciones que señalan un camino a seguir. Ayer noche conocí al poeta y editor Víctor Ruiz Velazco, así como al poeta y ensayista Paul Guillén. Fue un encuentro muy cordial,caluroso, germen de una complicidad que, espero, se prolongue en el tiempo. Y allí supe de la colección piedra/sangre de la editorial Lustraeditores que ha sacado una muestra de la última poesía peruana de la década del 2000 mediante una caja con quince libros. La foto superior recoge toda la nómina: Pedro Favaron, Diego Molina Rey de Castro, José Carlos Salinas-Granda, Arianna Castañeda, Luis Alonso Cruz Álvarez, José Agustín Haya de la Torre, Bruno Pólack, Alessandra Tenorio Carranza, Diego Lazarte, Sergio Camacho Linares, Navale Quiroz Cano, Paul Guillén, Miguel Ángel Sanz Chung, Alberto Valdivia Baselli y fuera de colección un ensayo del también poeta José Carlos Yrigoyen. El titán que ha llevado a buen puerto este inmeso trabajo ha sido el jovencísimo Víctor Ruiz Velazco, figura clave en el mapa de la edición independiente peruana. Acerquémonos a su trabajo.



Nació en Lima en 1982. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Federico Villarreal. Ha publicado los libros Aprendiendo a hablar con las sombras (2005) y Délibáb, enemigo del viento (2007) y Liebe, la muerte en el otro (2008). Fue uno de los editores de la serie de plaquetas "díptico". Realizó estudios de Maestría con mención en Estudios Culturales en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Actualmente forma parte del Consejo de Redacción de la Revista trimestral del Cuento Latinoamericano "Mil Mamuts", editada en Argentina y dirige el sello editorial Lustra Editores. Aquí pueden ven uno de sus libros. Y a continuación transcribo un par de poemas del mismo.



SERPIENTE MORDIÉNDOSE LA COLA

Y nada perdimos. Nada, al menos,
que fuera nuestro realmente.

Nada perdimos.
Si todo cuanto es nuestro
siempre está con nosotros,
como un carcelero
al que aseguras tu corazón

dispuesto a perturbar el mundo.

SOBRE LOS DESPLAZAMIENTOS

La ausencia de ventanas y puertas
es prueba de que esta casa fue hecha
para Nadie.

¿Quién sino podría entrar y salir
de un lugar como este sin dejar rastro?

¿Quién sino
podría habitar y deshabitar una cosa
sin conciencia de qué es lo propio
y qué lo ajeno?

VÍCTOR RUIZ VELAZCO



Y Paul Guillén. En la foto podemos verlo junto al poeta peruano-argentino Reynaldo Jiménez (que recientemente estuvo en Madrid). Nació en Ica (1976). Estudió literatura en la Universidad de San Marcos. Publicó los poemarios: La transformación de los metales (tRpode, 2005) e Historia secreta (AECID-Lustra editores, 2008). Ha sido incluido en antologías sobre poesía peruana publicadas en México, Argentina, Brasil, EE.UU., Suecia, Ecuador y Colombia. Su poesía ha sido traducida al quechua, portugués, checo y francés. Realizó las antologías Gesto de Julia Ferrer (2004, en co-autoría con Renato Gómez) y Poesía peruana contemporánea. 33 poetas del 70 (2005). También, ha publicado ensayos y entrevistas sobre poetas peruanos y extranjeros, en revistas como Tsé-Tsé, Galerna, Hispanic poetry review, Letras.s5, Guaraguao, Martín, entre otras. Fue invitado al Festival Poquita Fe. III encuentro de poetas latinoamericanos en Santiago de Chile (2008). Fue uno de los directores de la revista de poesía Girabel (1999-2002). Actualmente es miembro del comité editorial de El Billar de Lucrecia (México), del consejo consultivo de la revista Metrópolis (México), del movimiento Hora Zero, editor de Culturales de la revista CONTRAPODER y dirige el blog, revista y editorial Sol negro (http://sol-negro.blogspot.com/)



COMO conejos blancos - en un campo de nieve - los ojos cerrados - como un rayo de hielo su páncreas - como rocas petrificadas sus garras - como toda blancura donde no llega el ojo - ¿qué es lo blanco en esa imagen? - ¿cuál es el borde donde acaba lo blanco? - lo blanco es el pasado y el futuro en una esfera - estás prisionero dentro de un animal - todo es blanco - en los aires - en el viento - y la tierra - tus órganos inertes siguen latiendo - no se mueven - no hay sensación alguna de calor - ni siquiera una tormenta de fuego - avivaría tus restos - sin olor - sin color - sin rostro - y sin cuerpo - ¿alguien verá lo blanco sobre lo blanco? - tú sólo esperas - una mano fértil sobre tu lomo - que se lleve a la boca - lo que ya no eres

4.

El cielo se derrumba sobre el poema. Son como restos de un naufragio, como una hoja de nuez perdida en la cabeza, como un inmenso túnel pegajoso que nunca acaba. Para qué sigues mirando al cielo si el derrumbe lo perdió todo - voltea tu mirada hacia las sirtes del mundo. No poseo la madurez para hablar de tu talento sólo puedo hablar del mundo donde habitas junto al silbo de los aires amorosos oh tus ínsulas extrañas oh tus ríos nemorosos no temeré a las fieras y andaré por bosques y fronteras o no seré nunca más nadie.

PAUL GUILLÉN

POETAS PERUANOS: RODRIGO QUIJANO Y VANESSA MARTÍNEZ


Martes noche. Barranco. Distrito de Lima. Bar "El Círculo". Poster de películas emblemáticas y directores: Amarcord, Almodóvar, Antonioni... Una compatriota del sur de Madrid detrás de la barra. "Vine para seis meses y llevo siete años", nos dice (acudo con algunos amigos), "a veces echo de menos a mi familia, pero estoy bien y me gusta esta ciudad". "Se trata del segundo recital de un ciclo que recién empieza". El poeta Emilio de Rodrigo Quijano me ha invitado a la velada. Leerá junto a la poeta Vanessa Martínez quien, a su vez, este mundo es muy pequeño, me ha invitado a mí a leer mañana en el ciclo que coordina en el pisco bar Albazos de Miraflores. Nos vamos sentando. Hay bancos corridos. Cojines. Y comienzan los primeros textos a deslizarse mientras trasegamos una o dos cusqueñas.

Para quien no le conozca diré que Rodrigo Quijano nació en Lima, en 1965. Es poeta y ha publicado algunos cuentos y dos libros de poemas, de los cuales el más reciente es Una procesión entera va por dentro. También trabaja como curador independiente y ha hecho varias muestras, entre ellas Con los anteojos de azufre: César Moro, artista plástico, Benjaminiana: 7 artistas desde la mirada de Walter Benjamin y, más recientemente, Still Life, Naturaleza muerta - Arte contemporáneo británico y peruano. Ha colaborado en los principales medios periodísticos de su país y también ha publicado diversos ensayos, entre los que se encuentran El Museo Hawai. Una naturaleza muerta de la cultura (Ritual de lo Habitual editores, 1999), Puntos cardinales (Quidam ediciones, 2001), Lima 01-La ciudad por el ojo de la aguja (Ediciones del Escusado, 2001), e Historia, modernidad y ruina peruana (Ritual de lo Habitual ediciones, 2004). Dejo unos poemas suyos:

TRES POEMAS

1.

1.Ahora bien, imagina que eres una bala
y eres los manifestantes, que huyen todos
en distintas direcciones.
Imagina que la bala es un misil
cargado de habitantes
que gritan todo su desconcierto
mientras se hacen un lugar
entre las venas, tu corazón
y tu cuerpo se estremecen por completo.
Piensa que eres el corazón
que muestra emblemático una brillante bala de plata
y que la bala es el oro viejo
de una muela rota entre los gritos
de los grillos de una noche por la pampa
seguido por la policía.

Hay una cámara que especulada
busca la noticia y sabe
que toda imagen puede ser una denuncia
si el agujero es un visor por donde ingresas a la piel
a destruir todo lo que encuentras a tu paso,
como un niño suelto en una sala de jarrones
que explotan con su rojo contenido.
Bajo él vuelan los planetas,
con más saturnos que auténticos milagros,
una madrugada echado sobre el pasto,
ya cadáver y ya desenfocado.

2.Ahora imagina que tu cuerpo explota de cansancio
perforado por la balacera.
Imagina que en el inicio,
el hecho mismo -helechos--, y flores
que bajan la frente en una balacera,
que arranca en una procesión

y tatúa los maduros cuerpos de los fieles,
donde alguien ha perdido la dorada hebilla del makario
y no sabe detenerse.
Acaso porque de ese charco vuela un aroma acre
con brillo de una bujía devota
y porque hoy las fresas son cabezas en las playa
y los enigmáticos frutos que cuelgan de los árboles
son los muertos que contaste anoche;

3.sea por viento que acaba de soplar,
o por el corazón que es un diamante,
sea por su seco ojo de vidrio y su gruesa lágrima de acero:

imagina que lloramos juntos
al leer estas palabras.

2.

1. Las horas están quietas en su ciclo
mientras nado en un compartimiento
inmediatamente superior al infierno.

No he tenido pena alguna en estos días
Y sin embargo, nada se parece a la felicidad.
Esta vez el fondo de los mares parece ajeno al tiempo y al sonido
porque todo se filtra a través de una lupa
en la que flotan desproporcionados
los curiosos cuerpos aumentados de los muertos.

2. Los rabos de una planta en la pecera
delimitan sin dificultad una frontera
donde se reflejan sin problemas
los colores parcos de los peces casi ornamentales
y donde es casi comprensible
la desdoblada levedad del iceberg
y donde veinte marineros se zambullen para respirar con alegría.

3. Nada, sino el océano surcado a nado
puede mantener el mundo aflote
nada sino un corazón enamorado.

4. Arriba un cielo, paródico espejo de esta agua
revive su pasado día a día sin problemas.
Este océano o este cielo
la suave pausa melancólica que me trajo a tus orillas
o tal vez el diapasón alcoholizado
de unos huayanos aprendidos en la infancia
solitarios en la madrugada
igual que un viaje en ómnibus por el desierto
y que viajaban silbados por el viento.

Flota en el mar o vuelve a tu cauce
pero sólo para no ser el mismo
o sólo para desaparecer asido por el tiempo y el sonido
de piedras que llevaba el alma: básicamente
tornasolados licores de fantasía y falsas perlas,

el caballo de totora que bajaba la pared de agua,
el río que navegaba quieto en su metáfora.

5. Sumido en este grave desierto y sin embargo
buceando
en un mar que se citaba continuamente a sí mismo
y que ocupaba con naturalidad una memoria
que yo creí terquedad que me pertenecía entre la arena
pero era sólo arena en la que hundí la mano
y agua que caía entre mis pies.

Este océano o este cielo
esta vieja sombra en la que viajo
han empezado a desgastar su larga lengua
y su ausencia pura de significados.

Los santos, el yeso y las floridas vértebras de hueso
dispuestas para el decorado en rosas y en estrellas
listas, como rituales de constricción
o manualidad del serial-killer.

Ya nadie visita el significado oculto de estas tumbas
y sólo el mar parece dispuesto a comentarlo nuevamente,
una y otra vez.

3.

Sus salidas son las de un ejército asediado.

Había las efigies de unos cuantos santos de yeso detenidos
en un gesto de iluminación y otros tantos inmovilizados
en el más obvio ejercicio de la bendición.

Habían las estampas enmicadas de escenas famosas, tristes,
y anécdotas inolvidables
de beatos contritos y torturados
sobre los que una señora recitaba unos antiguos salmos
hechos de piedras y maderas seca
precisos como monedas, preciosos como tatuajes
de enredada memoria.

Su recorrido era el de un ideograma sin salidas,
sellado en las espaldas de uno de los cargadores
perdidos en el laberinto
meditando, pero avanzando sin un orden previo
y autoalimentado y rumiante como el océano.

Envueltos en la propia madeja de su saliva
escupían al piso después de las oraciones
y avanzaban ciegos de tanta, única, iluminación.

Sus salidas son las de un ejército asediado
que desparrama sus muertos en las bocacalles,
sólo para consolidar una avanzada segura
y retroceder a agonizar en casa
y convertir el patio en paradiso.

Aquí las noches se acaban cuando se va la luz.
Todos mueren atragantados de lo mismo.

RODRIGO QUIJANO

Después Vanessa Martínez. Una poeta que se prodiga en pocas lecturas. Casi una poeta secreta. Digamos que también nació en lima en febrero de 1979. Publicó dos plaquetas de poesía: Poemas del olvido y Amencia nata, Posteriormente presenta su libro La hija del carnicero (2007) y es antologada en Chile, Argentina, Perú, EE.UU. y México. Es traducida al inglés. Coraza es su segundo libro editado en Lustra Editores. Aquí están.




Del libro La hija del carnicero (Editorial Zignos 2007):

La hija del Carnicero

No he podido profesar,
la luminaria y el silencio cómodo
de habitar feliz
y emplacebada en este piso machihembrado a pata calata,
he caminado como ganadora del Nóbel,
directo a la cocina,
donde tantas veces te guisé besos y
pedazos de senos.
no he dejado de sonreír
y apoyándome tambaleante
he visualizado tu magnífica fisonomía,
he localizado con mí índice trotamundos
en este atlas de cuerpo moldeado por ti,
el ancladero donde quisquillan efervescentes insectos.
y justo allí donde hallo el vértigo de tu amor,
me he estacionado,
he abierto la gaveta
y me he clavado el cuchillo,
para no olvidarme de esto.

Nunca espero aliento extraño de tu noche,
siempre hay una puerta tras otra en esta casa roja.
fluctúo con un sabor nuevo en el aire,
es el condimento que no esperaba,
la mentira de la realidad
nos llamaba vida.
siempre hay una puerta tras otra en esta casa roja.

tu contorsión distante
apretuja la mirada,
es la corriente la que atavía estos ejes
contra ti
asesinando presiones.
siempre hay una puerta tras otra en esta casa roja,
un diálogo desesperado aterriza en el vacío,
son guardias severas
para mi brillante loco diamante.
y una vez más
Pink Floyd.

Me noto extraña,
Suspendida,
sin retorno,
oliendo este delicioso plato.
el amor huele a carne.
en el aire se condimentan tus restos.
a veces los olemos para masticarlos
en ausencias húmedas.
ni el trago o los aditivos al desdoblamiento
nos hacen ruines,
sólo concentran este recuerdo
en la explosión de una neurona muerta.
haciéndonos el amor
en un pequeño corte doloroso,
soñándote siempre blanco,
sonriente,
posado a mi izquierda
entonando
una melodía
para
no despertar.

Del libro Coraza (Lustra editores, 2008)

Coraza para tercer mundo

Más donaciones para mi alma resucitada.
El pago de mi deuda externa
se reduce cuando tocas esta puerta.
Todos meten la mano en la llaga.
“Busco un costurero para la apertura de la próxima”
y
he colgado un eterno
aviso clasificado.


Y el silencio…

¡Nadie grita más fuerte que el desierto!

En centellos viajo por
los espectros de la ausencia.
Hay una ducha fría para lapidar la piel de los sensibles.
Y hay este desvelo
tentando los límites,

El poseso se diluye con todos mis intis,
por las protuberancias de mi patria.
La luna hecha certera sus uñas sobre mi sombra,
la enviaste a espiar
y mi villano la encontrará.


Cartografía

Esperemos no nos caiga una marejada de colmos en las espaldas
Estas arden excéntricas, nos enduran los pezones
grabando pequeñas naciones en tu omoplato, qué es una encallada vía de arrestos.
Yo rastreo todos mis garabatos desde ahí
perdiendo mí patria una vez más
cuando tu acento me llama.
Me nombro las regiones nuevas
(porvenir de la piel)
Escribo las ciudades con mis alias
para perder el regreso a casa.

VANESSA MARTÍNEZ

POETAS PERUANOS: MAURIZIO MEDO




La poesía tiene sus sorpresas. Recién vuelto al hotel después de un día de trabajo me encuentro con un regalo estupendo: el poeta italoperuano Maurizio Medo acaba de enviarme desde Arequipa sendos ejemplares de sus libros El hábito elemental (The Latino Press, 2004) y Transtierros (Editorial Fuga, 2010).

Para quien no conozca a este poeta daremos algunas pistas biobibliográficas. Maurizio Medo, ítaloperuano nacido en Lima en 1965, ha publicado Travesía en la Calle del Silencio (1988), Cábalas (1989), En la Edad de la Memoria (1990), Contemplación a través de los espejos (1992), Caos de Corazones (1996), Trance (1998), Limbo para Sofía (2004), El Hábito Elemental (una en el Perú, otra en los Estados Unidos) así como coeditó con el poeta chileno Raúl Zurita La Letra en que nació la pena, muestra de poesía peruana 1970-2004. Acaba de publicar Transtierros. Amén de su trabajo poético Medo, desde 1990, desarrolla labores de periodismo cultural -por el que abandonó sus estudios literarios- Es codirector del boletín de Latin American Write Institute (LAWI), New York, Brújula Internacional, y editor de la revista AQPCULTURAL. En 1986 obtuvo tempranamente el "Premio Nacional de Poesía Martín Adán". Su obra ha sido comentada por autores como Javier Sologuren, Raúl Zurita, Enrique Verástegui, José Antonio Mazzotti y Róger Santiváñez quienes coinciden en señalarlo como una de las voces más originales dentro de la poesía latinoamericana actual.



Pero más allá del currículo biográfico lo importante son sus textos, así que sin más demora me introduzco en ellos y les transcribo algunos poemas que, en una primera lectura, me han resultado emocionantes. Aquí van:

De El hábito elemental (2004)

Lucía la hermosa

Nunca sabremos si desaparece la belleza.
No asciende, leve,
de puntillas,
por las gradas ornamentales del codiciado Paradiso,
haciendo ochos donde los ángeles vuelan en zigzag,
ni baja órfica hacia el báratro
en lo envolvente de la boira.

La Hermosa nos dibujó una mayéstica sonrisa con los ojos, elusiva al adiós.

Los tres giramos confusos sin atisbo de comprensión, preguntándonos ¿y ahora, y ahora?.

Cuando eclipsó atisbamos lo menos visible en el día,
fue allí que desmintió su ausencia.
Puede que hoy no se acode más en los balcones,
con gotas del mar de Pietra Ligure alhajando sus canas
... pero cómo nos insiste en ser.

Aquella tarde los pájaros desalaron en los corredores de la casa
y vimos a los gatos brincando el cuarto menguante en su procura.
Cuando los tres, contritos, nos confesábamos prescindiendo de palabras,
nos alucinaron deshablando al borde de la desesperación.
Nadie notó cómo Lucía la Hermosa sonreía, invisible
en el amor.

El enemigo astral

Tus metáforas desnudan la existencia de otro poeta en tu imaginación.
Como si retornara solaz de una cita estelar en lo Absoluto directo a casa. Ablucido entre la vida literaria y una muerte natural.
O este instaura un dios o se entrega a un anónimo tercero orando al límite de una tóxica serenidad.
No le ves marchitar la frente entre sienes heladas, ni percibes su transpiración al surfear el turbión espiritual.
Un poeta en eterna conversación, antes y después de navegar desiertos donde la realidad se comprime.
Ya tienes palabras en qué reposar la voz, cebrados mares abiertos en la boira y la rosa hiriéndote en su flor.

Eres feliz.

El otro, imperdonable, palpa las claves de tu corazón en hojarasca.
Encorva el lomo con un talento insoportable diciendo que "tu poeta" prueba su propia inexistencia en tu realidad. Y no hay modo.
No hay modo de medirnos el amor, ni nada más bello ni nada más esquivo.
Good bye

Auf wiedersehen

Nos vidrios

Queda el otro

Soy quien se va.

De Transtierros (2010)

Concierto en mi menor, staccato

...manifestarse, de cualquier manera que sea, me parece una impostura, por no decir una traición.
EMIL CIORAN

El otro cambia su escritura por ungüentos
Madruga y trota- tal si la liebre
rauda huyera de su inexorable sino

Letra a letra me ahorro la fatiga
de aguardar taciturno su venida
En cuclillas o tortura abdominal

La salud que prescribe el telepronter enferma:
anorexia fúnebre y asepsia extraterrena

-Beso-no tu boca- a la máscara que la aparta de la mía
Con el eros reducido Y gracias
a la industria japonesa

-¡Qué tos la del escriba! -alertaste compungida
Y el otro taciturno Pálido enclaustrado -en su idea del poema como casa.
Todo rauco balbucía:

-El precio de la usura. ¿Propiedades vecinas de la muerte?
No es oneroso

Mi Judas erra contrito en la búsqueda de aquel de vida licenciosa
Y poder traicionarlo obediente del guión: promesas // pactos
La idea griega del symbolum cobra siempre una víctima

Y ocurre también en la escritura ¿Qué mímesis?
Poesis la realidad proficua adulterada Uno resiste
la autarquía de su voz Felona sus dictados Y luego
ella sola sobrevive cor vaffanculo
Quién y cuándo

YO ES EL INFIERNO -escribió Medo consternado
por el crédito otorgado a su rol involuntario de impostor
-aquí me salgo fóbico ante el drama y edípico
abrazo final mi traición

Soy todos los Juanes y Josés. Abeles y Alejandras
Todos los Pablos habidos -menos ese
Las Marías Los Luises los Raúles

Respondo a cada nombre

Soy una voz

No pierdo nada

MAURIZIO MEDO

Y para que se queden con la voz directa del poeta, les dejo una entrevista realizada en la televisión peruana.

POETAS PERUANOS: VICTORIA GUERRERO Y LUIS FERNANDO CHUECA




Recuperadas ciertas energías tras el jet lag y primera ubicación en Lima, comienzo a interaccionar con la ciudad. Y una de esas primeras reciprocidades me lleva a la casa de la poeta Victoria Guerrero, en Miraflores, donde se encuentra también el poeta y crítico Luis Fernando Chueca. Charlamos un rato. Recordamos a algunos colegas comunes que son los que, desde la distancia, han contribuido al encuentro. Y vamos recorriendo temas y asuntos de carácter general, político, poético, gastronómico, climatológico. Intercambios de presentes. Libros. Se trata de una conversación muy agradable que, seguramente, tenga continuidad durante la semana aprovechando la asistencia mutua a algunos recitales. Pero lo importante: sus textos, su escritura. Ambos dos llevan a cabo la revista Intermezzo tropical. Tribu/laciones del sujeto des/centrado latinoamericano. Una publicación donde lo literario, lo cultural y lo político se entrecruzan y dialogan. Además de eso dirigen una colección de poesía titulada 999 Calorías donde acaban de publicar un libro de Josemari Recalde Rojas (Libro del sol y otros poemas). Aquí les dejo la portada del número 6 de la revista correspondiente a septiembre de 2009.



Me gustaría empezar con Victoria Guerrero (Lima, 1971), para quien no la conozca diré que estudió Literatura en la Universidad Católica del Perú. Ha publicado De este reino (1993), Cisnes estrangulados (1996), El mar, ese oscuro porvenir (2002) y Ya nadie incendia el mundo (2005). Ha vivido y trabajo bastante tiempo en Boston (EEUU). Ahora reside en Lima. Quiero acercarles dos textos de ella. Empezaré por el poema "lima/año cero" que se encuentra en su Ya nadie incendia el mundo, después continuaré con el poema "Lázaro" recogido en la antología con la que abría esta entrada. Aquí van.



lima/año cero

voy porfiando tercamente garabateando una escritura que no sana el cuerpo explota revienta en miles de pedacitos de odio ¿los quieres? recoge uno tras otro con cuidado para que no te hieran y luego a la basura sin lágrimas

cargada de esterilidad avanzo incluso más allá de cualquier escritura me adentro en mi propia sombra intuyo un vientre más cálido y me acomodo ingreso en él como en un paraíso de locura día y noche me alimento de su profunda oscuridad lo hago defecar a mi antojo expulsar el tiempo toda sucia poesía en una arcada luego ha de beberse el día y la noche tragarse el mundo hasta el hartazgo para recomenzar

nadiete dijo aquí será feliz en este paraíso del hartazgo en esta profunda oscuridad que pateas hasta hacerla sangrar y luego bailas alrededor de ese líquido negruzco y maloliente y lo bebes y chapoteas sobre él con la alegría de una bestia

alguien llama del otro lado y tú eres menos que una nada un pedazo de carne hambrienta que vaga sobre aguas placenteras mares de coral sobre tu pecho deforme

en siete meses incubada en mi propio excremento la risa me obligaba a patear con más fuerza panza que se desenrosca y conduce al silencio a la ceguera de la luz el llanto me impide ver la sangre pegoteada sobre los vellos estoy enferma enferma y sucia y hambrientra mi sexo es el vacío la nada me encierro en mi propio graznido tengo miedo de mi desnudez y tirito como una condenada

escribo

escribes y recuerdas tu propio anochecer el crepúsculo de tu cuerpo dando vueltas y ahora limpia tirada sobre una camilla idéntica a la siguiente y a la siguiente marcada para siempre con un número inexacto tu cuerpo es copia de otro cuerpo una escritura amarga que se bota a un tacho de basura

sin lágrimas-he dicho.

una voz canturrea y derrama hermoso líquido blancuzco sobre mis labios moja todo mi esqueleto la sucia piel de una recién nacida succiono por el pecho sano vomito y defeco sobre mí cierro los ojos y no escribo nada y me duermo sobre el pezón amoratado de mi madre

tu paraíso oh tu hermoso paraíso se ha perdido


Lázaro

No basta una muerte
QUASIMODO

Me encuentro anclado en medio del desierto
He destrozado todas las fronteras
pero no he encontrado
a nadie ni nada
Todos han muerto ya

Los días pasan como si el tiempo
decidiese sobre sí mismo
a veces creo que retrocede
porque me veo haciendo
lo mismo que mañana hice

Ojalá retrocediese hasta aquellos
cuatro días
en que fui feliz
entonces
les cortaría la lengua a María y a Marta
sin el menor remordimiento

He ido contra todas las leyes
he matado he fornicado
he robado
no he celebrado la pascua
y por más que me he culpado
nadie me ha creído
He intentado todas las formas
de la muerte
pero siempre la he vencido

Estoy tanteando
con un cincel
una salida del planeta

Ya no sé qué hacer

Soy el único hombre
al que le sobra la vida

VICTORIA GUERRERO

Seguimos con Luis Fernando Chueca (Lima, 1965). Ha publicado los poemarios Rincones. Anatomía del tormento (1991), Animales de la casa (1996), Ritos funerarios (1998) y Contemplación de los cuerpos (2005). Ha escrito además numerosos ensayos sobre poesía peruana contemporánea, algunos de ellos incluidos en el libro En la comarca oscura. Lima en la poesía peruana 1950-2000 (2006), escrito junto con Carlos López Degregori y José Güich. Integra el comité editor de Odumodneurtse. Periódico de poesía y de la revista de literatura Intermezzo Tropical. Actualmente ejerce la docencia en las universidades Católica y de Lima. Los poemas que a continuación señalo han sido tomados del blog Urbanotopía.

de Animales de la casa

Caballos

El único destino es seguir errante,
y no volver la mirada.

Ten cuidado con los vientos del invierno.
Ten cuidado con las bestias con más fuerzas
que las tuyas.

Por lo demás, todo está dicho
el hijo del caballo debe buscar sus territorios
y conseguir sus propios alimentos.

El asunto es que no vuelvas la mirada;
y detenerte
-cada vez que creas necesario-
a descansar.

Y recordar, pero sin melancolía.

Irás aprendiendo
poco a poco
la sabiduría del camino.

No lo olvides
el hijo del caballo debe hacerse
a sí
caballo.


Ocaso de sirenas

ocaso de sirenas, esplendor de manatíes
José Durand

No sirenas, sino horrendos manatíes
mamíferos obesos que la ansiedad y la distancia
volvían provocativos cuerpos de mujer

Y sin embargo, cuando de tarde en tarde,
alguna noche o al amanecer de mis desveladas jornadas
oigo que atraviesa la ventana un canto agudo
y dulce que pronuncia nombres al azar
y siempre son
el mío el mío el mío
¿No eres tú, sirena?
¿No es tu voz la que me llama en cada palabra que pronuncias?
¿No es tu bello chillido el que se escucha?

Entonces yo, ¿qué espero para dejarlo todo y
seguir tus huellas en el mar?

¿Será una duda razonable que me impide dar crédito total a mis oídos?
¿Un resto de cordura?
¿Un frío impulso que me advierte de un futuro irreversible y desquiciado?

¿O tan solo estas amarras que me detienen en mi lecho,
estas gruesas sogas con que he pedido que me aten
tarde a tarde,
alguna noche o al amanecer de mis desveladas jornadas
cuando la fiebre invade mis sentidos
y presiento el engaño de tu canto?
¿Estos lazos, digo, que me sujetan en la cama,
a otra sirena,
o más bien, a otro obeso manatí
igual que tú?

LUIS FERNANDO CHUECA

Entre algunas de las joyas bibliográficas que pude contemplar en la charla con los dos poetas, estaba la edición que el propio Luis Fernando había preparado sobre la venguardia peruana, recogiendo en edición facsimilar los libros fundamentales de aquel periodo. Para que se hagan una idea de la envergadura de esta recopilación, les adjunto una entrevista realizada a Luis con motivo de la aparición de estos dos volúmenes. Que lo disfruten.



Lima, diciembre 2010.

LIMA ANDA YA MÁS CERCA




En apenas veinticuatro horas estaré en Lima. Diez días. Poco tiempo. Menos del que me gustaría. Tomar el pulso a una realidad exige duración. Permanencia en lo inseguro. Compromisos profesionales me llevan. Pero tendré la oportunidad, inmensa suerte, de conocer personalmente a poetas y poéticas que estimo. También otros proyectos de escritura que ignoro. Y todo gracias a Roger Santiváñez y Benito del Pliego quienes me han facilitado la entrada, la puerta, el escondrijo por donde colarme como Alicia en el País de las Maravillas. Llevo días organizándolo todo. Equipaje, papeles, pensamientos. Como si antes de cualquier viaje tuviera que empezar a desasirme de mí mismo, iniciando el deshielo identitario pues, salvo que uno quiera mantenerse siempre apostado tras un marco estático, estamos obligados a desestabilizar nuestras fronteras interiores. La antropología llama a eso “destreza del extrañamiento”. Un requisito imprescindible para la aventura intelectual. Es curioso. Abro el número 111(diciembre de 2010) de la revista Letras Libres y me topo con un artículo iluminador. Se trata (dentro del dossier dedicado al “Pasado, presente y futuro del español”) de Dicen que ocurrió en Montilla del psicoanalista peruano Max Hernández. En él se fabula cómo pudo haber sido (aunque nunca sucediera) el encuentro cordobés en 1591 entre Miguel de Cervantes y el Inca Garcilaso de la Vega. Muy pronto la fábula se transustancia en un espléndido ensayo sobre la lengua y las inconsistencias de los discursos homogeneizadores, sobre la mixtura connatural al hecho del “habla”, sobre el mestizaje autoconsciente que impregna las obras de Cervantes (fusión de lo judaico, lo arábigo, lo cristiano) y el Inca Garcilaso de la Vega (lo quechua y lo cristiano). De modo brillante y ameno se rebelan las imágenes. Extrañamiento de la identidad: el bastardo, el indio, el cristiano nuevo, el de sangre impura, junto al Extrañamiento del decir: la historia como relato, la ruptura de las lindes que separan racionalidad y emoción, la mascarada autobiográfica, la novela como impugnación de las formas canónicas literarias. Textos en el intersticio, comentarios reales como estrategia para traducir el desconcierto. Los dos tomaron las bases de sus linajes culturales heterogéneos para levantar una escritura híbrida, desorientada, aunque premonitoria de los tiempos globalizadores que después vendrían: «Cervantes, a caballo en una España que vivía un cambio de época, volcó su perplejidad en el Quijote con “genial precipitación”. La novela se yergue entre “las ruinas de la caballería” y los escombros del mundo feudal.» […] «La revolución de las comunicaciones ha confirmado lo que con “atrevimiento de un indio” afirmó el mestizo cusqueño: “no hay más que un mundo, y aunque llamamos Mundo Viejo y Mundo Nuevo, es por haberse descubierto éste nuevamente para nosotros, y no por que sean dos, sino todo uno.» ¡Para que luego digan que nuestra tradición, la hispánica, se sustenta en su marchamo clasicista! Sólo hay que leer con atención este ensayo para darse cuenta hasta qué punto la literatura en español es hija de sus fragmentaciones, sus vacilaciones, sus puntos de fuga dispersados hacia la complejidad. Muy lejos de cualquier intentona normativa que encierre lo poético, lo narrativo español dentro de los límites de la propia tradición hispana. O la misma operación de lo latinoamericano dentro de una mística postcolonial simplista y esencializadora. Miguel de Cervantes y el Inca Garcilaso de la Vega entendidos como rechazo de la impostura. Trasgresión de los discursos falsamente integradores.



Y es terminar de leer el artículo y verme corriendo desesperadamente hacia la biblioteca de mi casa. Abrir la antología Pulir huesos: veinte poetas latinoamericanos (1950-1965) preparada por el uruguayo-mexicano Eduardo Milán, y rastrear algunos poetas peruanos donde late, o al menos a mí me parece, ese aliento intersubjetivo del lenguaje y la identidad. Ahí estaría Mario Montalbetti (1953) y sus "Salmos de Invierno":

treinta tardes solo revelando secuencias de dolor
que a nadie atraen

puedo oler tu retracción cada vez que avanzo
en verdad huyo

la sombra de tus perros son huecos en la tierra

busco las cadencias inauditas de tu bulla
y sonrío

no sólo lo he perdido todo
también sé dónde se ha ido


O Roger Santiváñez (1956) y uno de los poemas que componen "Eucaristía":

Vía sacra es esta hendidura
Que toco roco de tu película
Dorada & suave como nylon

Portio mea lamo el túnel grace plena
Pétalo sé mi canción exquisita
Squizofrénica forado escape divino

Hacer poesía lengua franca vulva
Volada pasionaria honoris causa
En este triste sino de tu signo

Sonido flor pesca de un mar celeste
Como el cielo que en Colán frikeó
Contigo fusión de un sunset bajo Dios

Quería hablar de tu figura / solaz
De las olas de la soledad / spuma
Que volví a refrescar santuario in


O Maurizio Medo (1965) y su “alicia y el espejo (2)”:

y ahora diminuta, enanizada, con la estatura
de media larva sin cabeza.
recuerdo, charles,
la grandeza
de la dimensión humana.


O Magdalena Chocano (1957):

La mirada atada al incesante drama de la hoguera
obligada a contemplar
el reflejo de un silencio
o de voces que pasan
y esa mano ominosa que arrastra a la cautiva hacia la luz
ante mil objetos absurdos
y ante el astro
figurante de la idea
y la devuelve otra vez al antro
y la conmina a hablar enceguecida
de las formas verdaderas de esas verdades eternas
la caverna se llena de risas y las cadenas
acompañan ese instante de algarabía subterránea
ríe ella también
ergo
en esa oscuridad lo único cierto son esos
ojos deslumbrados por la sombra del fuego




Y para entonces me parece que el equipaje se ha preparado solo, los papeles fotocopiado de acuerdo a un orden impreciso, y los pensamientos se abandonan a su propia ilógica. Lima anda ya más cerca.