CONTRA LA POSTMODERNIDAD, DE ERNESTO CASTRO


Voz emergente. Pensamiento insurrecto. Búsqueda teórica, sin complejos ni miedos. Ernesto Castro irrumpe en el panorama literario con un texto más que interesante. Un ajuste de cuentas con una parte de la Postmodernidad, aquella plegada descaradamente a la dominación neoliberal. Una prosa afilada, incisiva. Con independencia de compartir o no el conjunto de sus afirmaciones (en mi caso, muchas las firmo y otras no), me gustaría destacar de este pequeño libro varias cosas. En primer lugar su descaro, la ambición conceptual, la huida de todo facilismo. Leía hace poco un papelito anónimo que decía: “La comodidad es enemiga de la creatividad”. Pues bien, frente a esa comodidad superflua y despotenciadora, Ernesto Castro reacciona y lo hace con vocación de polémica. Frente a un mainstream arraigado en nuestras concepciones estéticas y analíticas, apuesta por desnudar sus contradicciones y someterlas a un nuevo escrutinio. Los tiempos están cambiando. Los últimos acontecimientos sociopolíticos mundiales nos imponen una nueva mirada. En este sentido, filosofía, economía política, crítica cultural, se mezclan irremediablemente sin solución de continuidad: aire fresco, vaya. En segundo lugar un empeño por contribuir activamente a los debates sociales del instante, insertar su trabajo como “aprendiz de mago” dentro de las coordenadas de los conflictos que atraviesan nuestras comunidades. Pensamiento entrometido. Metodología discursiva al servicio de la lucha social. Y acabo. Se difuminan en este texto los límites entre la filosofía, la literatura, el panfleto, la crítica, el arte, la economía... Frente a realidades y agencias, toca inventarse nuevos artefactos capaces de interpelar esas mismas realidades. No vale la segmentación del conocimiento, las cátedras especializadas que observan lo real solamente desde un prisma hegemómico. Cruzar fronteras, trenzar disciplinas, volver a reunir aquello que nunca debió ser desunido. Ernesto Castro, a mi juicio, lo hace y por eso recomiendo vivamente su lectura. Dejo a continuación algunos párrafos así como una parte del texto de contraportada:

“La tesis principal del libro afirma que la postmodernidad hace tiempo que llegó a su fin, sus categorías no son aplicables a un tiempo como el nuestro, marcado por una grave crisis económica, ecológica y social. Asistimos al regreso de la lucha de clases, la geopolítica, las estrategias neocoloniales, el populismo y el fundamentalismo étnico, cultural y religioso. En este contexto de grandes transformaciones, la apuesta normativa del postmodernismo resulta intelectualmente muy pobre y políticamente inútil. El afán por las cuestiones culturales e identitarias lleva a que muchos de sus autores olviden deliberadamente el análisis económico del sistema. Por este motivo, el postmodernismo resulta ser, en la mayor parte de los casos, una réplica exacta de la ideología neoliberal” (Contraportada)

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“La postmodernidad es la transcripción cultural, política y filosófica de un capitalismo sin fronteras que, además de meterle la mano en el bolsillo, ha inscrito sus ideas en el imaginario de la gente.” (Pág. 11)

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“[…] o bien optamos por la expertocracia, una forma de democracia en que no gobiernan los elegidos en las urnas sino una casta de expertos que toman decisiones sin consultar con el pueblo; o el populismo, en que una persona se autodesigna dirigente simbólico de un movimiento con amplias bases populares. Inmersas en una grave crisis de legitimidad, la democracia dialógica y las políticas del consenso se hallan atenazadas por esta pinza: u optan por un sujeto sin conciencia, el populismo, o bien por una conciencia sin sujeto –y por tanto sin responsabilidad, la expertocracia. (Pág. 33)

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“En este contexto, el pensamiento de la diferencia deviene apología de la falsa situación; la adoración mística de la alteridad radical se traduce en la celebración del exotismo y la incomunicación; la apuesta por el nomadismo, al no establecer distingos, se solapa con la ideología neoliberal de la libre circulación de personas; la llamada a romper con la propia identidad, si no se precisa, es el reflejo poético-metafísico de aquella exigencia capitalista que impone al ciudadano desdoblarse en múltiples consumidores, tantos como mercancías.” (Pág. 52)

LA MONTAÑA EFÍMERA, DE JOAN DE LA VEGA


Son pocos los poetas españoles de las últimas promociones que se han aventurado a poematizar la naturaleza, o mejor dicho, a hacer de la naturaleza un territorio complejo donde insertar el diálogo existencial. La ciudad, la aventura del cronotopo afincado en las tensiones que las grandes conurbaciones mundiales parecen contener a modo de habitus hegemónico, ha invadido buena parte de la poesía hispana de las últimas décadas. Por eso este "La montaña efímera" del poeta Joan de la Vega tiene una doble intensidad. Se introduce, por un lado, en el paisaje de la lengua, mientras que al mismo tiempo levanta una posibilidad de (inter)(auto)pelación a partir de la mirada al entorno. Las comarcas del Pirineo catalán y andorrano se convierten, así, en el humus sobre el cual poetizar un estado crítico de reflexión, de indagación filosófica, hermanado con la propia evolución de nuestro contexto matérico más inmediato, es decir, el territorio. Origen y consecuencia de nuestra acción cultural. Pero me gustaría antes de dar paso a varios poemas del libro proponer una idea en relación a este texto. En un periodo de crisis sistémica, de revitalización de una cierta conciencia insurgente, de vulnerabilidad social, del "terror" como lugar común (como propusiera el antropólogo Michael Taussing), en definitiva, de fascismo societario según la denominación de Boaventura de Sousa Santos, cualquier aspiración para una globalización contrahegemónica que permita nuevas pautas de redistribución local pasa, entre otras necesidades, por una definición de nuevas formas de subjetividad, y esas formas no pueden erigirse sin la presencia de la naturaleza. Lo real (entendido en su sentido más complejo y moriniano) bebe de ella. Aspira a ella. Se cruza con ella. Estos poemas, a mi juicio, tienen la enorme virtud de intentar sondear esa posibilidad y lo hacen con honestidad, belleza e intensidad emocional y de pensamiento. Les dejo con algunos ejemplos. Disfrútenlos:

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Hombres retorcidos como gusanos.
Hombres echados como lombrices fluorescentes.

Afuera la noche solemne mide su temperatura, explora la conjunción de los astros. Dentro, los lechos precarios dan cobijo a pulsos disonantes, a voces apátridas.

Aún creo en los rostros convalecientes que presumen olor a tierra.

Fieles a su destino de fuego.

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Cumbres sostenidas por un cielo raso.
Veredas negadas que reafirman.

Este bullir puro de los colores, el contraste áspero de la tierra, la luz consumiéndose entre hoscas lenguas de magnesio, la honda certeza que gravita en silencio, la insistente permanencia de los neveros, la generosidad del agua ¿a quién pertenecen? ¿cuál será el nombre real (el que no posee) de todas las cosas? ¿por qué los circos glaciares olvidaron su nomenclatura de hielo, su registro de nieve, su código de muerte?

Aún creo en los ojos de esta montaña sin nombre que, quieta, respira.

Cumbre que circunda la voracidad de lo eterno.

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VALL D´INCLES

y allá en la cima el templo, guía y razón del viaje
Jordi Doce

Cuando
dé comienzo
la noche
y haya
culminado
nuestra voz
en su techo,
en su pavimento
de espinos
y silencio,
recuerda
la luz presente
de este valle
(no su nombre),
el pulso firme
de este río
(no el poema),
que tome
tu mano
enlutada
y te regrese
a un lugar
más digno
que amar.