METAFÍSICAS CANÍBALES


En este blog hemos propuesto ya algunas tentativas de relación entre la antropología y la literatura. Me gustaría continuar por esta senda aprovechando la publicación en España, por primera vez, del excelente antropólogo brasileño Eduardo Viveiros de Castro. Su título: "Metafísicas caníbales: Líneas estratégicas de antropología postestructural" (Buenos Aires, Madrid, Katz Editores, 2010). Por razones de espacio sólo me gustaría detenerme en uno de los varios aspectos que este libro explora: el de la necesidad de "reconstituir" la disciplina antropológica desde fundamentos teóricos diferentes, con el fin de que se convierta en un instrumento mejor para la comprensión del mundo y del ser humano. Con la prudencia que siempre debemos adoptar al transferir aparatos teóricos de un territorio conceptual a otro, creo que muchos de los argumentos que esboza el brasileño podrían ser también aplicados al campo de la literatura y, más en concreto, al de la poesía. Veamos cuáles.

Eduardo Viveiros de Castro señala que uno de los rasgos esenciales de la antropología occidental ha sido su "narcisimo", su pensar al otro desde los parámetros del "nosotros". Dice así: "A fuerza de ver siempre al Mismo en el Otro -de decir que bajo la máscara del otro es "nosotros" lo que nosotros mismos contemplamos-, terminamos por contentarnos con acortar el trayecto que nos conduce directamente al final y no interesarnos más que en lo que "nos interesa", a saber, nosotros mismos." En este sentido, su propuesta teórica consiste en refundar las bases del pensamiento antropológico desde una concepción claramente anti-narcisista. Dejemos que él nos lo explique mejor: "La pregunta de El Anti-Narciso es entonces epistemológica, es decir, política. Si todos estamos más o menos de acuerdo en decir que la antropología, a pesar de que el colonialismo constituye uno de sus a priori históricos, hoy parece estar en vías de cerrar su ciclo kármico, entonces es preciso aceptar que es hora de radicalizar el proceso de reconstitución de la disciplina llevándolo hasta su fin. La antropología está lista para aceptar íntegramente su nueva misión, la de ser teoría-práctica de la descolonización permanente del pensamiento." Aquí radica el carácter esencial de su propuesta, desestabilizar las bases de la aproximación occidental. Sigamos (para acabar) con otras palabras del antropólogo brasileño: "La posición que se sostiene aquí, por el contrario, afirma que la antropología debe permanecer al aire libre; que debe continuar siendo un arte de las distancias, y mantenerse alejada de los recovecos irónicos del alma occidental (si el Occidente es una abstracción, su alma definitivamente no lo es); que debe ser fiel al proyecto de exteriorización de la razón que siempre la ha empujado, en forma insistente -con demasiada frecuencia muy a su pesar- a salir del ambiente sofocante del Mismo. La viabilidad de una auténtica endo-antropología -aspiración que hoy, por múltiples razones, se encuentra en el orden del día de la agenda disciplinaria- depende así, en forma crucial, de la ventilación teórica favorecida desde siempre por la exo-antropología, ciencia "de campo" en el sentido verdaderamente importante."

Ahora intentemos buscarle algunos símiles literarios. Como ya expuse en algún otro post, buena parte de la crítica británica reivindica la coexistencia en la poesía de dos grandes orientaciones estéticas: el "viaje interior" (o voyage within, the inner life, introspección, ahondamiento, literaturas del yo, del nosotros, literaturas herméticas, vanguardia y neovanguardia) y el "viaje exterior" (voyage without, the outer life, atención al realismo, figuración, literatura comprometida, etc.) En muchos casos ambos viajen coparticipan y, en otros, quedan enfrentados de manera estéril. Para evitar equívocos diré que ambas perspectivas me parecen necesarias y quiero pensar que tanto en mi trabajo poético como en mi faceta de lector, intento (no siempre con éxito) hacer tangible esta doble direccionalidad. Este dualismo es demasiado simplificador, pero quizá nos sirva para ejemplificar lo que quiero decir. Tomando como base el acercamiento de Viveiros de Castro sobre el problema del narcisimo en antropología, existen bastantes similitudes con el concepto de enunciación poética. Nos encontramos, creo, en este momento frente a un sobre-tráfico de poéticas que atienden al "yo" y/o al "nosotros" desde posiciones esencialistas, desde visiones únivocas, ya sea en forma de intimismo hermético, ya sea en forma de realismo experiencial. En el fondo "lo otro", los "otros" carecen de interés para estas propuestas. Incluso, como muy sabia y atinadamente nos expone el antropólogo brasileño, cuando declaran hacer ese viaje exterior, en el fondo lo único que atienden es su propia mismidad. En este sentido son pocas (al menos eso es lo que veo) las poéticas recientes que apuestan por "descentrar", "difractar", "distorsionar" o, simplemente, mantenerse en la distancia y la exteriorización, a la intemperie podríamos añadir, como mecanismo de conocimiento basado en la intersubjetivad. Demasiada poesía del yo. Demasiada poesía del nosotros. Demasiada poesía falsamente experiencial que, en su fuero interno, oculta un narcisimo sobrecogedor incapaz de rastrear las contradicciones de lo humano. Demasiada "fragmentación postmoderna" que también oculta y encapsula un modo de mirar fuertemente etnocéntrico y autoreferencial. Y eso, tomando en cuenta estos tiempos de renovada injusticia que vivimos, suena casi a impostura. La poesía puede ser un camino poderoso para descolonizar el pensamiento porque, en mi opinión, es mediante esa descolonización que la palabra puede tener un mayor alcance cognitivo, puede convertirse en ese gozne de conocimiento que tanto deseara Valente. Y para ello se hace necesario repensar poéticas que atiendan a lo intersubjetivo como centro, que se muestren dispuestas a mantenerse en la intemperie (conceptual y formal), que asistan al viaje exterior con la franqueza del que sale al encuentro e intenta mitigar su "avidez de ensimismamiento". El lenguaje no es ajeno a esta realidad. También se articula en la interacción entre lo íntimo y sus contextos. Es un hecho social, ante todo. Quizá por eso, para finalizar, me gustaría recordar unas palabras del antropólogo catalán Manuel Delgado que sirvieron de entrada en mi último libro publicado "El desvío del otro" y que siguen siendo (al menos para mí) necesarias y turbadoras: "¿Cuándo nos daremos cuenta de que la lucha pendiente no es la que nos permitiría liberar el yo, sino liberarnos de él?"

PIERRE MICHON


Lo digo sin tapujos. Considero a Pierre Michon como uno de los grandes escritores europeos contemporáneos. Quedé fascinado con Vidas minúsculas (2002), y la seducción se mantuvo por medio de Señores y sirvientes (2004), pero su última novela publicada en España, Los Once (2010), me ha sobrecogido. Me voy a ahorrar elogios y acercamientos críticos. Ya lo han hecho personas mucho más informadas que yo. Tampoco desvelaré ningún dato central de la narración. Quiero limitarme a exponer, de manera sintética, qué tiene Michon que me resulta imprescindible y cuáles son las razones por las cuáles su poética y forma de narrar me interpelan.

Martín Heidegger en su ensayo Hölderlin y la esencia de la poesía (recogido en el breviario de Fondo de Cultura Económica Arte y poesía, 2009) señalaba lo siguiente: «Nosotros los hombres somos un diálogo. El ser hombre se funda en el habla; pero ésta acontece primero en el diálogo. Sin embargo, esto no es sólo una manera como se realiza el habla, sino que el habla sólo es esencial como diálogo. Lo que de otro modo entendemos por “habla”, a saber, un repertorio de palabras y de reglas de sintaxis, es sólo el primer plano del habla. Pero ¿qué se llama ahora un “diálogo”? Evidentemente el hablar unos con otros de algo. Así entonces el habla es el medio para llegar uno al otro.» Y continuaba: «Somos un diálogo quiere decir que podemos oírnos mutuamente. Somos un diálogo significa siempre igualmente que somos un diálogo. Pero la unidad de este diálogo consiste en que cada vez está de manifiesto en la palabra esencial el uno y el mismo por el que nos reunimos, en razón de lo cual somos uno y propiamente nosotros mismos. El diálogo y su unidad es portador de nuestra existencia (Dasein)». Conclusión: la palabra, la existencia, la literatura incluso, nacen en el diálogo. Esta idea puede parecer trillada, fácil, pero si tomamos en cuenta que acontecen tiempos de renovado solipsismo, de fortalecimiento de los discursos artísticos egocéntricos o, ingenuamente realistas, me parece que la reclamación intersticial que hace Heidegger tiene una potente capacidad perturbadora. La esencia de la literatura estaría en su carácter conectivo (que no comunicacional). Pues bien, a mi juicio, uno de los autores que más y mejor ha sabido profundizar en esta dimensión intersubjetiva ha sido Pierre Michon. Los Once se nos presenta como un formidable diálogo, un discurso trenzado entre el lector y una voz narradora desconocida que nos expone, con detalle, la trastienda histórica y personal de un cuadro y un pintor, Los Once (el retrato de los miembros del Comité de Salvación Pública en el París de 1794) y su creador, François-Élie Corentin. Acercarse a Michon implica un cierto descentramiento, como si el espacio de lectura se transformara en un gozne entre la propia subjetividad y la extrañeza, de modo que la conciencia se amalgama con la propia narración formando un nuevo cuerpo. Se trata de una literatura que tienta los límites, que borra las certezas emanadas de la objetividad y el individualismo. Un modo de escritura alejado de ciertas modas bifrontes reclinadas bien en lo biográfico, bien en la desaparición impostada del sujeto.



En otro orden de cosas Michon nos ofrece una radiografía de la historia y de lo humano entendidos como procesos y hendiduras entre lo global y lo local, entre distintas fuerzas y planos de análisis, en consonancia con algunos teóricos que han tratado de reconstruir la historiografía tomando como puntos de referencia el devenir colectivo. El antropólogo Eric Wolf en su maravilloso Europa y la gente sin historia (2006) nos decía: «La tesis central de esta obra es que el mundo de la humanidad constituye un total de procesos multiples interconectados y que los empeños por descomponer en sus partes a esta totalidad, que luego no pueden rearmarla, falsean la realidad», y continúa: «Es engañosa esta pauta de desarrollo, primeramente porque convierte la historia en un relato de éxito moral, en una carrera en el tiempo en que cada corredor pasa la antorcha de la libertad al siguiente equipo. De este modo la historia se convierte en un relato sobre el desarrollo de la virtud, sobre cómo los buenos ganan a los malos. Con frecuencia, esto acaba convirtiéndose en el relato de cómo los ganadores demuestran que son virtuosos y buenos por el solo hecho de ganar. Si la historia no es más que el efecto de un propósito moral en el tiempo, entonces aquellos que se convierten en defensores de ese propósito se vuelven automáticamente agentes predilectos de la historia.» De este modo, cualquier sujeto es una especie de cruce de caminos entre diferentes conectividades, entre planos sociológicos, culturales, económicos, políticos que lo atraviesan y lo modifican. En Los Once, asistimos con creciente perplejidad a este “cruce de caminos”, podemos reconocer en la geografía física y moral del pintor el devenir de la Francia rural, pisoteada por el Antiguo Régimen y la explotación, podemos sentir el tumulto y la rebeldía de las clases subalternas, las intrincadas formas del poder ya sea en formato Luis XVI o en el rostro duro, “papal”, de los nuevos dioses laicos de la época del Terror. Con una sabiduría literaria prodigiosa asistimos al entrecruzamiento en un mismo plano del lenguaje de las esferas macro y micro de la realidad social, y a sus fantasmas introyectados en el yo. Como lectores, percibimos hasta qué punto la historia es una totalidad mezclada, imposible de segmentar, atravesada por múltiples esferas que impactan sobre nosotros y nos configuran. No hay discursos lineales en Michon. No hay simplificaciones mostrencas. Combate contra cualquier modo de escenificar falsos esencialismos consuetudinarios. Como se puede ver, este modo complejo aunque intensamente rico de narrar, pugna por la comprensión del mundo y coloca a sus personajes en el magma interconectado de la historia que reclamaba Wolf. La historia se convierte en carne, en materia, en tangibilidad. Por eso me parece imprescindible su obra en estos tiempos que corren. Se empeñan en hacernos creer que el devenir socioeconómico está sujeto a fuerzas inmanentes, ajenas a nosotros, como si de un nuevo deísmo se tratara, así los centros de poder gobiernan y organizan la verdad. Pierre Michon nos descubre este falseamiento. Y por medio de una sintaxis hipnótica nos adentramos en las tramas (ficticias y reales) de la Historia y el Ser Humano. No se lo pierdan. Léanlo. Recomiéndenlo a sus amigos y familiares. Devórenlo enfebrecidos y luego echen una mirada a su alrededor, a ver si todo sigue igual.


INSONORA, DE LUCÍA LÓPEZ


Hace días la poeta Lucía López me envió amablemente algunos de sus textos. Poemas. Cuentos. Comienzo su lectura. Y muy pronto germinan las primeras perplejidades, las primeras interrogaciones. Poemas extrañados, de fuerte sabor existencialista. Poemas que bucean en apnea en los recovecos de la identidad, desposeídos de cualquier intentona totalizante. Conscientes de lo quebradizo y fragmentario. No se trata de una poética ensimismada, pero sí indagatoria. Itinerario de conocimiento (como reclama la poeta Goretti Ramírez) donde la emoción juega un papel esencial, a modo de gozne.

Para quién no la conozca digamos que nació en Jaén (1971). Obtuvo la Licenciatura en Derecho en la Universidad de esa ciudad. En la actualidad vive en Madrid donde trabaja en la asesoría jurídica de una empresa. Sus géneros preferidos son: la poesía (primero) y el cuento (después), no como compartimentos estancos sino en cuanto puedan intentar una reciprocidad con el resto de disciplinas artísticas y con las diferentes manifestaciones del pensamiento. Ha publicado en la revista Cuadernos del Matemático. Sus intereses pueden seguirse en el blog http://lincendiaire.blogspot.com/

Dejo a continuación dos poemas que me han resultado especialmente interesantes. Que los disfruten tanto como yo.

INSONORA

Trabajas en la calle -en casa también
trabajo sobre todo en casa -ahora salgo: a la calle
como tú
“agua corriente y vida corriente”-decís-
imagino que eres tú alguna de las que
pasean un lindo perro por el barrio
pero quizás no haya perro
somos nosotros -los perros -que no ladran
pero miran y tocan y cambian
“no quieres la vida que te toca”-decís-
tampoco la quiero -por eso sales-
-salgo, por eso cambias algunas
cosas
el spray: caligrafías extrañas
-dices- “somos luz”, lo digo también
lo digo sin tapujos
trabajo sobre lo que tú trabajas
y lo dejo al igual en medio de ninguna:
parte
si alguien es
capaz de verlo
puede trabajar asimismo
sobre -encima -en planos -afuera
en digital: por aversión:
se abre la linterna displicente:
ladytronix ladytronix ladytronix
ladytronix -no es un estribillo-
las dos en la puta calle
NO. todo va bien (JLG)
-y el olor-
del alma podrida de las hojas
en el suelo.

*Nota 1: agradecimientos a ladytronix, oruk, neorrabioso (“en el cine de tu niñez
pusieron un zara”: impagable) y demás grafiteros por sus frases, caligrafías y dibujos.
*Nota 2: Tout va bien: Jean-Luc Godard

LÀ-BAS

En la parte oculta
en el campamento de las sombras confusas,de risas nerviosas
donde las hebras de hierba
se rozan y se mezclan
donde se escuchan oníricos los pasos de las hormigas
y arriba todo es una confusión
de verdes y de azules, de ramas y de flores,
sombrío, húmedo como una vieja casa de cal
en lo oscuro, vive el zar de las torturas.
En la zona afecta, hay una pequeña prisionera
sabéis... lleva ya un tiempo
encerrada en una caja de zapatos,
su cabello, sus labios, párpados,
tobillos y muñecas están cosidos, zurzidos
con un finísimo punto de cruz
el hilo es rojo, y a veces, se confunde con restos de sangre.
En sus largos plazos de tiempo
aislada en una ceremoniosa tiranía
ha construido todo un mundo exterior
que en realidad ignora, amasa en sus sienes,
esbozado a base de escuchar expectante el discurrir,
lo que acontece ahí afuera
en forma de fauna abisal
que golpea su refugio impaciente por descubrir sus secretos.
Ella llora aturdida su secuestro voluntario,
un pájaro golpea con el pico la tapa de la caja,
las patas autómatas de los insectos provocan sonidos molestos,
todo bulle de vida, mientras consume sus últimas fuerzas
en ojeras, taquicardias insomnes,
todo parece atraerla a la confusión de lo desconocido.
El señor a veces ríe como sin dientes o tose hosco
dice cosas que sabe falsas,
la hunde en imposibles nostalgias
auyenta a los lobos su ira y la maldice.
Termina comprendiendo que no es el caos externo
lo que la palidece y paraliza
como animalitos en frascos de formol.
Afuera la brisa acontece fresca y sencilla
el cartón cruje y se estremece.
El amo de las madrigueras tuvo una cita en la localidad
era el día de la fortuna venida del norte
de frágiles alabanzas todo se agita
lo comprende y lo decide
arranca los hilos que la atormentan
caen sueltos como los puntos de una herida cicatrizada
empuja con las llemas de sus dedos el
filo que se desplaza sin un quejido,
un aire frío le hiela la nariz
entra otro oxígeno en este momento
se aparta, los restos de hilo que va dejando
por el camino son recuperados por incontables
hados de entre los matorrales como un raro tesoro;
desde la copa de los árboles podemos divisar
aún restos que entre la vegetación y la tierra mojada quedó
fundiéndose con la naturaleza que nos
desborda con sus acogedores brazos de florescencias y de tallos
hay un viento que corre ágil por las madrigueras;
mientras, solo con su tiranía,
incrédulo de tanta torpeza, el zar,
en su trono no golpea.
Hay una risa que no se sabe ni de dónde viene
ni adónde va
corre como el alma gemela de los charcos
a los petalos recién nacidos,
se desconoce si está presente en las fiestas o solares
si recorrió altiplanicies, cordilleras o sólo contempla a solas los mapas
conoció las casas de vigas fósiles sin puerta,
los picaportes a la esfera,
los alabastros de ventanas cónicas,
los pasillos de curva de ola con orilla
sin arena,
suspiró los cinco mil suspiros de la tierra
de ni triste ni feliz
y borró sus huellas con el dorso de la mano
en el silencio que nadie toca.

PONER A LOS OJOS ALTURA



Acaba de aparecer en el último número de la revista LETRA INTERNACIONAL un interesante artículo de Mario Martín Gijón (Universidad de Extremadura) titulado: "Poner a los ojos altura: Nuevos caminos, nuevas búsquedas en la joven poesía española". En él se plantea un recorrido por quince poetas nacidos en la década de los setenta, rastreando algunas señas de identidad conectivas (aunque evitando en todo momento cualquier veleidad generacional). Transcribo los primeros párrafos del artículo que resumen el sentido del mismo...

En el panorama poético español coexisten desde hace ya décadas varias corrientes, deudoras de distintas concepciones de la actividad poética. En la última década hemos asistido a la maduración de la obra de un grupo de jóvenes autores que han renovado la reflexión crítica sobre el lenguaje y la preocupación existencial propias de una poesía que suele englobarse bajo el desafortunado marbete de "poesía metafísica", que podríamos sustituir por el de "poesía de indagación", propuesto por Vicente Luis Mora. En este artículo se presenta la obra de un grupo de poetas que tienen en común una revaloración de la poesía como medio de conocimiento e indagación en la propia identidad, la cual se traduce en una renovación formal, no por el gusto transgresor del vanguardismo sino por la conciencia de que si los límites del lenguaje coinciden con los de nuestro pensamiento, la poesía resulta el lugar extremo y liminal de la experiencia, lo que se refleja en una imaginería en la que coexisten, a grandes trazos, la idea del poema como revelación con la conciencia de los límites del decir.

Los quince poetas de los que se hablará en este ensayo tienen en común haber nacido en la década de los años 70 y haberse dado a conocer a partir de finales de los 90: Benito del Pliego (1970), Rafael-José Díaz, Goretti Ramírez, Mariano Peyrou y Julieta Valero (1971), Óscar Curieses (1972), Ernesto García López y José Luis Rey (1973), Marcos Canteli (1974), Joan de la Vega y Patricia Esteban (1975), Sandra Santana y Julio César Galán (1978) y Juan Andrés García Román y Ana Gorría (1979). Sus propuestas poéticas nacen arraigadas en el conocimiento, en todos ellos, de varias tradiciones poéticas, entre las que destaca la renovación de las vanguardias en la lírica hispanoamericana y, dentro de la poesía peninsular, la afinidad con poetas como Antonio Gamoneda, Claudio Rodríguez, Andrés Sánchez Robayna, Olvido García Valdés, Pere Gimferrer o José-Miguel Ullán. Mención aparte merece el reconocimiento generalizado hacia la obra de Valente, como mostró el homenaje colectivo Pájaros raíces. En torno a José Ángel Valente (2010), significativo de la reivindicación de la senda iniciada por el poeta orensano con la poesía como medio de conocimiento y exploración existencial.

ÉCFRASIS


La comparación entre pintura y poesía tiene una larga tradición en el pensamiento occidental. Estudiada tanto en los tratados de arte como en los de literatura, especialmente durante el periodo renacentista, ha ido configurando un cuerpo analítico de amplio calado que encontró, sin embargo, en las vanguardias históricas uno de sus aldabonazos fundamentales. Poesía visual (icónica). Pintura escritural. Caligramas... Es ya un topos más o menos consolidado aquel Ut pictura poesis, es decir, entender la poesía como pintura queCursiva habla, o bien la pintura como poesía silenciosa, de tal modo que ambas disciplinas artísticas tendrían un cierto cuerpo común. Lo que se conoce menos es el origen de ese topos, o mejor dicho, se le presupone una antigüedad mucho menor de la que verdaderamente tiene. Fue el poeta griego Simónides quien asentó la idea. Siguiendo el estupendo libro de Neus Galí, Poesía silenciosa, pintura que habla (que pueden ver en este post), para el poeta griego la palabra es la imagen de las cosas y en la medida que esto es así, la concepción de autoría tendría una vinculación directa con esta comparativa. Siguiendo la estela de esta experta en mundo clásico, con Simónides nace la poesía entendida como un oficio remunerado y, por extensión, la relación entre el poeta y sus potenciales destinatarios cambia radicalmente. Para ello el poeta griego lleva a cabo dos operaciones simultáneas (ver pág. 162): "A) Reconocimiento del poeta como artesano de la palabra mediante la equiparación de sus composiciones con otros productos artesanales (palabra = objeto material). En efecto, para Simónides la poesía es un producto susceptible de ser comparado con la pintura, y la palabra es un eikôn, el mismo término que sirve para referirse a una reproducción pintada, esculpida o bordada. B) Distanciamiento del poeta respecto de los demás artesanos. Al mismo tiempo que el poeta consigue el reconocimiento del poema como producto de mercado, se singulariza insistiendo en la superioridad de su quehacer poético frente a otras actividades productoras de objetos: la labor del artesano de la palabra descuella por encima de la labor del resto de artesanos". Como vemos, la dialogicidad entre los conceptos de autoría y relación poesía/pintura constituye uno de los núcleos ideacionales más potentes dentro del pensamiento occidental.

Pero aún hay más. No sólo esta relación desnuda una de las señas de identidad artísticas de Occidente, es que su mutua interdependencia ha sido en buena medida una de las líneas de fuga constantes de su historia religiosa y simbólica. Nos lo explica de manera exhaustiva y clara Facundo Tomás en su Escrito, pintado (Dialéctica entre escritura e imágenes en la conformación del pensamiento europeo) (ver págs. 127-128): "Escritura, pintura; espíritu y materia, racionalidad y magia, continuidad o discontinuidad del mundo; la dialéctica entre dos maners de afrontar la vida y su conciencia, dos concepciones que se oponían y se implicaban mutuamente para constituir la cultura europea. Como dos polos eléctricosa, al igual que los brazos de un imán, generaron entre ellos una corriente dialéctica que se constituyó en fundamento del pensamiento. Pero compitieron por el lugar principal. En tiempos de Moisés, los judíos decidieron aferrarse radicalmente a la racionalidad de la escritura, entendiendo su deidad exclusivamente a través de ella, rechazando las imágenes y la sensorialidad que representaban. El cristianismo primitivo pareció proseguir en la misma línea, pero la voluntad universalista de Pablo consiguió dar a la nueva religión, hizo que, en pocos siglos, la iconicidad romana penetrase en el seno del espíritu al mismo tiempo que las masas paganas iban transformándose en cristianas. Cuando se produjo, pues, la batalla definitiva, el hijo carnal triunfó sobre el espíritu exclusivo del padre y las imágenes quedaron definitivamente asumidas, de la misma formaque lo fueron los impulsores sensoriales y las demandas corporales, es decir, reconociendo su sometimiento a la disciplina del espíritu, al imperio superior de las letras. [...] Los bárbaros llegaron al imperio romano para consolidar esa tendencia, la tensión permanente entre carne y espíritu, entre imágenes y letras, que siguió resolviéndose en los términos que san Agustín había planteado en el siglo V: reconocimiento de las imágenes, pero sujeción a los imperativos de la escritura, admisión de la sensorialidad, pero sumisión a las normas y condiciones de la espiritualidad. Con evoluciones y variaciones importantes, la impronta de esa dialéctica continuó fundamentando el pensamiento europeo en los siglos venideros, y no entró en crisis hasta que, durante el siglo XX, las nuevas tecnologías icónicas la pusieron de nuevo en entredicho."



¿Por qué y para qué esta introducción? Pues para contextualizar un inquietante trabajo poético-pictórico titulado MATERIALES PARA EL DESASTRE, del artista plástico Héctor Solari (Uruguay) y el poeta Carlos Fernández López (España) que, a mi juicio, se mete de lleno en esa dialéctica. Ahora bien, su modo de incardinarse es distinto. Proponen lo que se denomina "écfrasis", es decir, en la tradición clásica cuando un texto verbal describe una obra de arte visual. Siguiendo el texto de presentación de la instalación con "Materiales para el desastre" estos artistas proponen un trabajo que, tomando como punto de partida el denso caudal de experiencias y técnicas del siglo XX, invita a reflexionar sobre la condición humana y a explorar la relación espectral que se establece entre mundo y representación al afrontar la "écfrasis" de la catástrofe. Concebida como un espacio de exploración de las formas del desastre, la instalación sitúa al espectador en el corazón de sus significados, sirviéndose del sonido, la palabra y la imagen. Es decir, lo icónico y lo escritural (sumado a nuevos vectores como el sonido y la música) siguen entreverándose como un caudal mixto de significación, difícilmente extirpable el uno del otro, que renueva su dialogicidad a lo largo del tiempo. Aquí radica, a mi juicio, el enorme interés de este trabajo a cuatro manos. Revitaliza, ahonda y tienta los límites de la conexión entre poesía y pintura a la hora de explicar el mundo. Incluso voy más allá, ¿es posible explicar "ese" mundo, la condición humana, sin poner en juego, al unísono, ambas vertientes?

Me gustaría a continuación presentarles el material que han editado a modo de catálogo de la exposición. Aquí va:








Y para quien no conozca a estos dos estupendos artistas os dejo algunos datos biográficos:

Carlos Fernández López. Poeta. Nació en Santiago de Compostela en 1981. Es Master of Arts in Comparative Literature (University College London) y Licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (Universidad Complutense de Madrid). En 2001 obtuvo el primer premio de poesía del XII Certamen de los Colegios Mayores de Madrid; en 2003, quedó finalista del XXIV premio Isabel de España y en 2007 del premio de poesía la voz + joven, convocado por la Obra Social de Caja Madrid. En los últimos años, ha tomado parte en varios proyectos en los que su poesía dialoga con la música, vitral de voz (Madrid, 2004), la danza, i(u)ter (Mallorca, 2006), y la performance, ERICA (Dresde, 2008), y ha desarrollado una intensa actividad investigadora. En la actualidad reside en Londres donde finaliza su tesis de doctorado sobre Trilce. Es coautor, junto a Valentino Gianuzzi, de César Vallejo: textos rescatados (Universidad Ricardo Palma, 2009). En 2011 verá la luz vitral de voz, su primer libro de poemas (DVD Ediciones). Para más información: www.carlosfernandezlopez.com

Héctor Solari. Artista plástico, arquitecto. Nació en Montevideo (Uruguay) en 1959. Luego de los estudios de arquitectura y grabado en Montevideo, se mudó a Europa en 1987. Estudio del grabado y fotograbado con Luis Camnitzer en Lucca, Italia. Sus dibujos, vídeos e instalaciones fueron mostrados entre otros en: Alianza Francesa (Montevideo 1993), Museo Nacional J.M.Blanes (Montevideo 1995), Haus der Kunst (Munich 1999), Galería GCK (Katowice 2004), Fort Sztuki (Cracovia 2004), Lingnerschloss (Dresde 2005), Ministerio de Cultura (Montevideo 2006), Stadthalle Görlitz (Görlitz 2006), Centro Cultural Español (Montevideo, Buenos Aires, Cordoba 2007), Itaú Cultural (Salvador de Bahía, Sao Paulo, Rio de Janeiro 2008), Museo de Arte Moderno (Buenos Aires 2008), Centro de Arte Reina Sofía (Madrid 2009). A partir de 2007 trabajos de escenografía en el Teatro de la ciudad de Kempten (2007-2010), Instituto Cervantes (Berlín 2009) y Semper kleine szene (Dresde 2009). Vive y trabaja en Dresde, Alemania. Le podéis encontrar en www.solari.de

PEQUEÑO MUNDO ENFEBRECIDO



Comienzo 2011 con dos lecturas muy distintas aunque íntimamente conectadas. Ambas toman posición frente a la memoria y el testimonio, ante la propia vida, pero lo hacen de modo antagónico y complementario. En el caso de J.M.Castellet, con su Seductores, ilustrados y visionarios, nos ofrece un repaso de la España franquista y sus opresiones de la mano de seis personajes (y, en concreto, mediante la relación sostenida por parte del crítico y editor catalán con todos ellos). Manuel Sacristán, Carlos Barral, Gabriel Ferrater, Joan Fuster, Alfonso Carlos Comín y Terenci Moix. Aún no he terminado el libro, si bien aparecen algunas perlas que me mueven a la reflexión. La primera de ellas tiene que ver con la idea de "distanciamiento", tan cara en el ámbito literario, y muy presente en ciertas poéticas. Nos dice así el memorialista barcelonés (a propósito de su estancia en el sanatorio de Puig d´Olena a principios de los años cincuenta con motivo de una tuberculosis):

"Pasados casi dos meses desde mi llegada, había tomado el pulso a la vida aparentemente rutinaria del sanatorio. Digo aparentemente porque el descubrimiento de aquel pequeño mundo enfebrecido -título de un libro de cuentos de Maurici Serrahima, editado en 1947 y que alguien me dejó leer por entonces- resultaba excitante y absorbente, al menos para alguien que como yo llevaba dentro, tal vez de manera connatural o adquirido quién sabe cómo, el sentido del distanciamiento. Había tenido una primera prueba, todavía nítidamente recordada, con motivo de la guerra, a los diez años, cuya descripción tal vez pueda esperar. No obstante, en agosto de 1950 -a mis veinticuatro años- esta sensación era ya evidente. En aquel sanatorio, yo estaba y no estaba, según las horas del día o mi humor cambiante. De que estaba físicamente no cabía duda. Es más, dado mi talante, participaba de manera plena en la vida de los demás enfermos. Sin embargo, de repente, encerrado en mi habitación, a las horas de reposo obligado y solitario o en las noches de insomnio, ni estaba ni dejaba de estar: el mundo se volvía extraño, lejano, vagamente inconcreto, definitivamente ajeno. ¿Cómo podría explicarlo? Lo ignoro. No se trataba de una inmersión en el sueño, en la fabulación de otro mundo. No. Más bien era una petrificación de mí mismo, radical y absoluta. Un silencio interior, la nada. Para mí estaba claro que no era nada que pudiera relacionarse con la enfermedad o con el aislamiento del mundo exterior. Tampoco era el pensamiento de la muerte. Sencillamente, pese a estar vivo y con los ojos muy abiertos, la ausencia me invadía y el distanciamiento devenía cósmico, como el de las estrellas y las galaxias. Después, sin saber cómo, la inhibición se disolvía y de pronto, de forma inmediata, volvía a vivir las minucias de la cotidianeidad. Siempre, eso sí, a través de una membrana impalpable y transparente que seguía marcando un impreciso y mínimo distanciamiento, delgada como un papel de fumar, cordial y solidaria con los demás, y pese a todo real, ineludible." (Pág. 54).

Reconozco que esta sensación me invade muchas veces. No se trata, como dice Castellet, de un ahondamiento o ensimismamiento, sino de un "extrañamiento" frente a la realidad circundante. Sin embargo, creo que es precisamente ese "extrañamiento" temporal, intersticial podríamos añadir, el que tras la vuelta a lo real facilita una perspectiva alternativa, otra, que amplifica las posibilidades comprensivas.



La otra lectura que me tiene atrapado y que dialoga interiormente con Castellet es un comic. Se trata de Notas al pie de Gaza de Joe Sacco. En honor a la verdad debo decir que no soy lector de comic. Me limito a echarme a los ojos aquellos que mis amigos me regalan. En este caso estoy fascinado. Frente a la idea de "distanciamiento" castelletiana, Joe Sacco opta por el reportaje periodístico militante, implicado, con el fin de ofrecernos un retrato ardiente de la situación desesperada en la que viven los palestinos de Gaza desde hace décadas. Y lo hace a través de la búsqueda por parte del dibujante y protagonista de la novela gráfica de informaciones sobre una matanza cometida en el año 1956 al calor de la guerra entre Francia, Inglaterra e Israel, por un lado, y Egipto, por otra. La técnica de Sacco funde literatura, dibujo, periodismo, combatividad política en una suerte de mixtura apasionante que va configurando una trama de realidades individuales y sociales.

Tanto Castellet como Sacco toman "lo personal" como medio para acceder a lo "colectivo". Uno, las relaciones de amistad. Otro, la inmersión en directo en la cotidianeidad de un pueblo. La memoria del tiempo y del mundo enfebrecido articulándose entorno al posicionamiento del propio sujeto que observa e interacciona con ese mundo. Castellet a caballo entre el distanciamiento y la otreidad. Sacco por medio de una bajada en apnea a las catacumbas de la realidad social que produce, igualmente, un extrañamiento sobrecogedor. Memoria y presente. Historias personales e historias públicas.

Reconozco que me obsesiona este asunto. ¿Cómo vertebrar en una misma poética estas dos dimensiones? ¿Cómo bucear en el "viaje interior" sin olvidar el "viaje exterior"? ¿Cómo hacer complementarias las lógicas del distanciamiento y la participación activa en lo comunitario?

ACABÓ 2010.


Queridos/as amigos/as,

Pues sí. Acabó 2010.

Ha sido un año, en términos sociales, difícil, lleno de injusticias. Hemos asistido (perplejos) al debilitamiento de muchas esperanzas, y también a la génesis de algunas resistencias.

Quiero pensar en cambio que, como sugería Emily Dickinson, podemos "hallar descanso en lo inseguro".

Ojalá la poesía y la vida nos ayuden a ello.

Nos vemos en 2011.
Dejo esta bellísima versión de Nouvelle Vague para recibirlo: