TRIMEMBRE




Sigo sin tiempo apenas para poder escribir reseñas. El trabajo nos roba la vida, pero no las ganas de seguir leyendo, de continuar explorando nuevas poéticas. Esta vez quiero traer tres autores que me resultan fascinantes. Son una muestra más de la rica pluralidad de escrituras que atraviesan nuestro panorama literario. Comparto una pequeña selección de textos.



De HOTEL EUROPA (2017), de José Luis Gómez Toré.


Antonio Machado medita sobre el suicidio en Portbou

No cruzamos en un andén vacío. Ensayamos un gesto semejante a un saludo que el cuerpo, o la sombra del cuerpo, se niega a obedecer.

Lejos crepitan las hogueras. Se acumulan recibos, cartas sin contestar, periódicos de hojas amarillentas, profecías. Son arduos los idiomas.
Esperamos la lluvia. Ahora ceniza nieva ceniza.


Electra

No hay reparación.
Esta orfandad es nuestra
y ya la conocieron nuestros padres.
No se repite el crimen,
sí la herida,
sí la mano detenida en el aire
una vez y otra vez.

La venganza
dura más que los dioses

Y la sangre
solo bebe el polvo.



La fotografía

Los soldados miran a la cámara. Alrededor de la mesa esperan tal vez órdenes, que absurdamente se demoran. Sobre ellos, guirnaldas de la patria, cuelgan banderas de colores chillones. Las paredes están empapeladas hasta el techo con fotos de mujeres. Ni un solo resquicio por cubrir. Mujeres rubias y mujeres morenas, cuerpos totalmente desnudos, otros de blancura enigmáticas en contraste con la ropa interior. La cámara no apunta a un objetivo. Todos los cuerpos son un solo cuerpo. No basta un solo pacto con la eternidad. La cámara fotografía las fotografías, los fantasmas del ojo.

Es un himno a la carne. La carne que multiplican los espejos, la carne que desnuda la metralla y que es invulnerable en la fotografía, de material frágil y combustible.

La guerra y su rutina. Ajenos a la carne, los soldados miran fijamente a la cámara. Al poema.




De CRÓNICAS DE LA GALAXIA (2018), de David Eloy Rodríguez.


Segundo informe

I

Hay que salvar lo que se pueda.


Surcamos el espacio.

Hay imperios enterrados bajo la arena.
Hay universos convertidos en polvo.

Mira: hay una avería en la nave.
Mira: esta es la biblioteca de los libros perdidos.
Mira: la fábula está llena de delicadeza.

Te alejas del fermento de la discordia,
de la inquisición, de la terriblez, de la milicia,
y dejas que se pronuncien
las sílabas de la reconciliación.

Es así como lavas
con tus pequeñas manos
la inmundicia del mundo.

Todo lo que hay es esta nave
a merced de las olas del tiempo.
Rebosa de plenitud este vacío.

Eres el hallazgo del tesoro.

Hay que salvar, sobre todo,
lo insalvable.

Esta búsqueda tiene formato,
pero continuamente se desborda
en nuevos formatos que se desbordan.

Hay estructura. Hay acción.
El bien desgasta.
El mal desgasta.
La indiferencia desgasta.

Esto es lo concedido.
Lo superficial es determinante.

Todo esto, prácticamente inconcebible,
está aquí, irrefutable.
Honrarlo es la tarea de vivir.

Aquí estamos,

siendo
parte
del
tesoro,

extraviados,

en el camino.




Tercer informe

6

La química. La conexión. La amplitud.
Soberbiamente poderosos.

Nos refugiamos en el delirio,
los medicamentos de la alucinación.

Vivir fuera, ese otro vivir,
siempre en el filo,
siempre en vilo.

Aquí sucede todo.

Tan lejos. Tan hondo.
Tan verdad.

En el lenguaje algo se interpone.
En el lenguaje habla algo
más poderoso que el lenguaje.

¿Quién podría decir
que esto es falso?
Sólo un falsario,
sólo un falsificador.

Ningún planeta está deshabitado.

Todo es, de alguna manera, combustible.




De ALA Y SAL (2018), de Miguel Pérez Alvarado  


Materia y confusión

I.

Apenas deshilar
las manchas de los pinos
de la tierra
que inaugura la extensión de la piel.
Desde el centro de la confusión
emerge el paisaje
y en el cuerpo repican

las palmeras y el hogar,
la sed contra las nubes,
los senderos dispersos,
y el mar y el viento y la voz y la orilla.

                                               (caideros de gáldar)


II.

La voz; el viento.

El tacto a su paso levantado
de la tierra,
y en sedimentos que caen
ensancha la mirada su acceso a la luz.

Alba es,
aunque no sepas qué noches son su origen.

Dentro de la sombra tocas,
abierto y blando, sin ceguera,
la antigua selva umbrosa,
la arena de las dunas de la infancia,
el diluvio sobre el mar,
las piedras y el sol contra el barranco.

Amanecerás y seas
la voz, el viento.


y III.

Entra en el agua y ve,
desde el mar,
los contornos, enfrente, de la isla.

El cuerpo desnudo, dado
al frescor de la espuma, redonda
la piel en cada ola, gigante

abraza las cumbres desde la orilla.

Aprende a deshilar apenas
la materia.

                                   (mar de playa del inglés)