PRESENTACIÓN DE RITUAL




Ediciones Amargord y la librería LA CENTRAL tienen el gusto de invitarle a la presentación de:

RITUAL de Ernesto García López

El próximo 28 de abril (jueves) a las 19:30 en La Central del MNCARS. Librería (Edificio Nouvel) Ronda de Atocha, 2. Madrid.

Intervendrán:

Luis Luna, Director de la Colección Fragmentaria.
Óscar Curieses, escritor.
José Luis Gómez Toré, escritor y crítico.

Para quién se pierda la presentación puede adquirir el poemario de varias maneras:

Pidiéndolo directamente en su librería (cualquier ciudad y/o provincia). Lo distribuye DISTRIFORMA (Tel 902 88 48 78 | Tel 925 13 75 70 | Fax 925 13 75 66 | Mail distriforma@distriforma.es | Web www.distriforma.es.)

Comprándolo en alguna librería de Madrid. Os dejo algunas sugerencias:

Barrio de Lavapiés

Bajo el volcán (Ave María 42). Ver en: http://www.bajoelvolcan.es/
La fugitiva (Santa Isabel, 7). Ver en: http://lafugitivamadrid.blogspot.com/
Traficantes de sueños (Embajadores 35, Local 6). Ver en: http://www.traficantes.net/

Barrio de Malasaña

Arrebato (La Palma, 21). Ver en: http://www.arrebatolibros.com/es/
La independiente (Espíritu Santo, 27). Ver en: http://laindependientelibros.blogspot.com/

TENSAR EL ARCO Y OTROS POEMAS


La editorial Bartleby acaba de publicar la antología poética "Tensar el arco y otros poemas" (1939-1987) del norteamericano Robert Duncan. Una buena oportunidad de conocer en España a este importante poeta casi desconocido para el público hispanoparlante. En palabras de su traductora, Marta López-Luaces:

"Robert Duncan, uno de los más destacados poetas estadounidenses del siglo XX, es conocido como el poeta marginado y exiliado, un perfil que él mismo creó y promovió. La poesía, tal como él la entendía, es una celebración del poder del arte:a través del lenguaje simbólico, se propuso recrear arquitecturas capaces de revelarnos otras realidades del ser. De este modo, los cambios de registro, a veces repentinos, exigen un lector especializado, dedicado al estudio de la poesía y sus diferentes campos de referencia. Su propuesta es altamente ambiciosa; para Duncan, el mito se instituye en el conocimiento ancestral que el poeta contemporáneo debe traducir a su versión actual, para permitirnos así regresar al origen. A través de una red de metáforas y símbolos, crea un universo verbal en el que se entretejen los mitos más diversos, desde la filosofía helenística y los textos gnósticos, a las obras de Shakespeare, o las citas de Alicia en el país de las maravillas. Tensar el arco y otros poemas es la primera de las obras de Robert Duncan que se publica en España y recoge una amplísima selección de sus trabajos poéticos."



Y como muestra me gustaría transcribir el poema El comienzo de la escritura, perteneciente a su libro de 1952-1953 titulado Escribir la escritura. Dice así:

una composición

Empezar a escribir. Continuar finalmente para escribir.
Escribir finalmente para continuamente empezar.

Para superar el comienzo. Para superar la urgencia. Para
superar el escribir escribiendo.

Sin nunca superar el comienzo. Ahora escribir escribir. No superar el comienzo.

*

El amor es a veces adelantar e incluir. El amor es a veces superar y no comenzar. El amor como una parte constante de algunas composiciones es imaginar la expansión del amor para incluir el comienzo como continuación.

Deseo : no en el escribir. Urgencia : en el no escribir. Mentir en la espera no escribir. El deseo es lo anterior no el comienzo del principio. La urgencia es un no sentir que finalmente comienza.

*

Cuando me imagino el no superar sino el incluir, el amar toma el lugar del deseo. Cuando diariamente me imagino comenzando continuamente, ser no es más
re-formar sino repetir.

Un gigante del día se despierta.
Un gigante de la noche se duerme.

¡Ser un universo! ¡Ser un universo!
Absorto en su continuo hablar.
Ser regresado al sueño.

Cuando me imagino a mí mismo como amante
el Amor está otra vez aquí, aquí digo,
hace su aparición durante el Día una vez más
desde el simple anhelo, pertenecer
al decir.
La mañana se transforma
silenciosa como las palabras al hablar:
un soliloquio de silencios audibles.

*

¡Un soliloquio! ¡Un soliloquio!
tanta frivolidad al hablar con los diferentes colores de luz, con las tretas
de personas imaginadas, en persona.

El gran Funcionario engreídorueda su eterna existencia como rueda
un bidón
sobre las medidas de un sueño desordenado.
Un habla desordenada.

FUTURISMO. LA EXPLOSIÓN DE LA VANGUARDIA.


El legado del Futurismo vas más allá de su propia leyenda. Los coordinadores de este volumen impecablemente editado por Vaso Roto, Llanos Gómez y Alessandro Ghignoli, nos dirán: “Muchos hallazgos del futurismo han sido atribuidos de forma genérica a las vanguardias, quizá por la vinculación del movimiento con el fascismo, lo que ha propiciado dos soluciones igualmente estériles: por una parte, la total identificación del futurismo con el fascismo –lo que, sin duda, reduce las complejas relaciones entre los diversos futuristas y el partido fascista— y, por otra, el estudio de las vanguardias evitando reconocer esta herencia. […] Este volumen ofrece, pues, un recorrido por las distintas disciplinas abordadas por los futuristas, con el fin de reconocer este legado, que hoy pervive, por ejemplo, en la publicidad, el cine, la radio, la fotografía, la poesía o en la escena.” Todavía recuerdo con viva emoción las muchas horas delante de la exposición “Futurism and the Avant-Garde” en la Tate Modern allá por el mes de junio de 2009. Y el trallazo que supuso para mí la contemplación (en directo) de la obra de Umberto Boccioni. Frente a la idea estereotipada que los libros de texto nos legaron acerca de este ismo, lo contemplado se proyectaba como un universo complejo, genésico, repleto de aristas interpretativas que no eran fáciles de encapsular bajo marbetes empobrecedores. El Futurismo implica el nacimiento de las vanguardias y con ellas uno de los “asideros” fundamentales de comprensión de nuestra pretendida contemporaneidad. Es más, si, como advertía Maiakoski, “no es posible un arte revolucionario sin forma revolucionaria”, el Futurismo tendría el privilegio de inaugurar este modo de transformación en el arte a lo largo del siglo XX, profundamente desaprobatorio del orden burgués y la mercantilización de lo humano.

Este libro atesora muchas virtudes. En primer lugar, se trata de un texto pensado no tanto para un público académico y/o erudito (a pesar del rigor y profesionalidad de sus colaboradores), como para cualquier persona interesada en rastrear las posibilidades todavía vigentes de la vanguardia. Además, el hecho de administrar conocimientos en torno al cine, la escena, la literatura, la arquitectura, la fotografía, lo convierten en una suerte de mixtura total, donde tienen cabida diferentes ámbitos de interés en función de la heterogeneidad de públicos. Se nos llena la boca hoy en día hablando de fragmentación, performatividad, experimentalismo, como si se trata de logros propios de la postmodernidad. Sin embargo, un repaso atento a las tesis del libro nos ilustra acerca de la capacidad transgresora (seminal) que el Futurismo introdujo en Occidente, desestabilizando todas las jerarquías y apriorismos sellados por las estéticas dominantes del siglo diecinueve. La polifuncionalidad de la palabra, el giro narrativo, la iconización de lo verbal y la verbalización de lo icónico, la palabra en libertad… deben a este movimiento su primera puesta de escena, sin menoscabo de que otros grupos posteriores ahondaran y extendieran esas primeras intuiciones. En cierta medida, todos aquellos que se sienten (nos sentimos) deudores de la “tradición vanguardista” (y soy consciente de la aparente contradicción de ambos términos), estamos también en deuda con el Futurismo. Justo sería empezar, entonces, por preguntarnos acerca de la aparente esencialización de que ha sido objeto, bucear en sus estímulos, capaces aún hoy de romper “el orden sintáctico, declamatorio y tipográfico” de los objetos artísticos.

Nos encontramos ante un libro altamente recomendable. Y para quién quiera encontrarse con él de primera mano, le sugiero se pase el jueves 14 de abril a las 20:00 por la librería TIPOS INFAMES (C/ San Joaquín, 3. Madrid) para festejar esta explosión de la vanguardia.

Ahora les dejo con la película AELITA (1924) del ruso Protazanov, obra fuertemente influida por el Futurismo italiano, en la que se asiste, como nos señala el profesor Giovanni Lista (uno de los grandes conocedores de este movimiento y autor incluido también en el libro) “a un acuerdo evidente entre la trama narrativa y la investigación formal, entre una historia que vuelve a solicitar los normales desarrollados cinematográficos y una expresión plástica que aspira a ser autónoma y significativa por sí misma”. Que la disfruten.

RITUAL EN LA RADIO


RITUAL continúa su andadura. Esta vez se va a la radio. A Radio Círculo (100.4 FM).

El próximo miércoles 13 de abril de 16:00 a 17:00 en el programa de poesía DEFINICIÓN DE SAVIA.

Y el 26 de abril (martes) de 17:00 a 18:00 en el programa de ensayo crítico SALA DE ENSAYO.

Para quién quiera escuchar el programa sólo tiene que pinchar aquí.

Os dejo información de estos programas:

Definición de savia nace con una vocación: la de acercar la poesía nacional e internacional al público. Para ello se contará con la presencia en el programa de poetas en lenguas españolas y extranjeras, poniendo especial atención a la lengua original y al difícil proceso de traducción, a las poéticas y a la actualidad editorial, todo ello completado con documentos sonoros de poetas contemporáneos –a quienes también se dará cabida en el apartado de poéticas, donde reflexionarán acerca de su concepción de la poesía– y clásicos, rescatando la grabación de las lecturas que dejaron a su paso por el Círculo de Bellas Artes.

Dirección: Esther Ramón y Juan Soros

Sala de ensayo nace con la intención de dar un espacio sonoro al ensayo crítico. Pretende ser un lugar de encuentro y reunión para autores, editores e integrantes de las revistas dedicadas a este género literario.

Dirección: Llanos Gómez Subdirector: Alessandro Ghignoli http://saladensayo.wordpress.com

LA PALABRA ITINERANTE


Este pasado sábado (9 de abril) estuve en Sevilla presentando mi RITUAL junto a la poeta asturiana Laura Casielles que también llevaba su LOS IDIOMAS COMUNES. Ambos dos fuimos acogidos, compartidos y gozosamente acompañados por La Fuga Librerías y el colectivo de agitación cultural LA PALABRA ITINERANTE. Debo decir que la experiencia resultó emocionante. Con independencia de la propia lectura de los textos, en mi recuerdo creo que van quedar sellados una amistad en ciernes y una aprendizaje de hasta qué punto lo colectivo tiene sentido en la literatura. La Palabra Itinerante es muchas cosas. Un grupo de excelentes escritores primero (ahí están, por ejemplo, Carmen Camacho, David Eloy Rodríguez, Juan Antonio Bermúdez, José María Gómez Valero, Celia García López, Miguel Angel García Argüez...). Una "caterva" de celebradores de lo vivo, de resistentes indomables, de goce por la palabra hablada, levantada, erguida en la plaza pública sin miedo ni vergüenza. Un grupo de poetas en torno a los cuales se articulan otros artistas interesantes: más poetas (como Pedro del Pozo, Alberto Porlan), cantantes (como Daniel Mata), músicos. Y algunas publicaciones como la excelente "Mordisco" de La Puebla de Cazalla, impulsada con rigor y mimo por el pintor (y también flamencólogo) Patricio Hidalgo y Miguel Ángel Rivero. Apenas estuve en Sevilla dos días. Parecieron más. Como si se multiplicaran a cada rato las sensaciones, proyectando los minutos. Quedan en mí La Alameda, los "veladores" nocturnos y sus largas conversaciones, la cueva-hogar de Peris Mencheta adonde se regresa siempre (o eso me dijeron), la Fuga librerías, una especie de islote refrescante, beatífico, cuidado, en mitad del griterío, la Puebla de Cazalla y sus calles rectilíneas, blanquísimas, donde suceden misterios que sólo ellos conocen. Fue un lujo presentar RITUAL en ese marco. Libro acogido y renacido en las costas de Sevilla.

Pero me gustaría mostrar lo más importante, una muesca diminuta de algunos trabajos creativos de esta legión de "gozadores" andaluces. No están todos. Aquí les dejo unos pocas referencias:

DAVID ELOY RODRÍGUEZ


CIUDADES SECRETAS

Hay palabras como una flecha afilada
atravesando extensiones
sin encontrar su objetivo.

Son su blanco las cosas, pero las cosas
se resisten, se desplazan a su paso
de un sitio a otro.

Y así la flecha continúa
traspasando el mundo sin ser mundo,
persiguiendo plenitud en el aire que corta,
señalando vacíos,
apuntando inmensidades.

JOSÉ MARÍA GÓMEZ VALERO


CIELO HERIDO

Desnudos los demonios,
preñado de dolor el aire,
las palabras emprenden difíciles vuelos.
Obsérvalas. Qué torpes, qué naufragios:
voraces flechas,
untadas en sus puntas de tiniebla,
que avanzan sin pulso pensándose aves.

Palabras de ceniza:
¿en dónde, en cuál equívoco lugar
os claváis?

DANIEL MATA (Cantautor)


CARMEN CAMACHO


Créanme,

la dimensión exacta de las cosas
se encuentra siempre
a destiempo.

JUAN ANTONIO BERMÚDEZ


FE EN LA ERRATA

Las flechas desviadas, al final,
aciertan otro blanco;
las derivas desvelan continentes;
alguien huele y adopta
las cartas sin remite.

Cada desliz da cuerda,
cada gazapo prende.

El día que acudí
al sitio equivocado, a la hora impropia,
allí estaba esperándome
la muchacha más linda
de este baile de locos en deshaucio.

MORDISCO: Revista de crítica, literatura y artes


Y para acaba LAURA CASIELLES, excelente poeta. Compañera de lectura y presentación. Persona luminosa y palabra también itinerante.


OFRENDA

Toma, este es mi cuerpo.
Ha vivido tempestades y lleva dentro animales pequeños
que por su nombre podrían ser dinosaurios.
Toma, este es mi cuerpo,
te estaba esperando,
cada mañana lo perfumo y a menudo
no me deja dormir,
si te fijas bien verás que en los recodos
tiene la forma de tus manos.

Toma, este es mi brazo, tuyo,
este es mi labio,
tuyo,
este es mi cuerpo y enseguida
piel,
entrañas,
tuyo,
se va a poner a llorar de amor,
naranjas, viento,

toma,
este es mi cuerpo,
te estaba esperando,

a veces no estás y no es nada,

a veces cuerpo,

a veces voz.

NOVEDAD: RITUAL


Queridos/as amigos/as:

Tengo el placer de comunicaros la reciente publicación de mi último poemario titulado "Ritual", editado por Amargord dentro de su colección "Fragmentaria". Se trata de un proyecto muy querido por mí.

El prólogo corre a cargo de la poeta argentina Mercedes Roffé.

Igualmente os comento algunos espacios y lugares donde, en los próximos meses, tendrá lugar su presentación:

9 de Abril (Sábado) a la 13:30. La Fuga Librerías (C/ Conde de Torrejón, 4. Sevilla). Lectura de Laura Casielles y Ernesto García López dentro del Ciclo "Cercanías: Reflexiones abiertas sobre poesía contemporánea". Presenta Carmen Camacho. Ampliar información en: http://www.nodo50.org/lafuga/cercanias.html

13 de Abril (Miércoles) de 16:00 a 17:00. En Radio Círculo (100.4 FM), dentro del programa DEFINICIÓN DE SAVIA del Círculo de Bellas Artes. Presentan Esther Ramón y Juan Soros. Para más información: http://www.circulobellasartes.com/ag_radio.php

28 de Abril (Jueves) a las 19:30. La Central del Museo Nacional Reina Sofía. Presentación de RITUAL de Ernesto García López a cargo de Óscar Curieses y José Luis Gómez Toré.

5 de Mayo (Jueves) a las 19:30. Librería Primado (Avda Primado Reig, 102. Valencia). Presentación doble a cargo de Enrique Falcón y Víctor Gómez de los libros de poesía Ritual, de Ernesto García, y Dentro, de Óscar Curieses. Ampliar información en: http://libreriaprimado.blogspot.com/



Y como aperitivo me gustaría transcribir un par de aproximaciones al libro hechas para la ocasión por parte de dos excelentes poetas: la española Esther Ramón y la argentina Mercedes Roffé. La primera ha preparado el texto que figura en la Nota de Prensa, la segunda el bellísimo prólogo que se incluye en el libro. Espero que lo disfrutéis tanto como yo:

Como una pintada íntima en el muro interior de la casa de todos, Ritual, de Ernesto García López, se desgrana, y desgrana lo vivo, lo que respira y es a su vez irremisiblemente respirado, posicionándose con firmeza en un gesto de apertura hacia el otro, en ocasiones doloroso. Tomar el pincel entre la fragilidad y la fuerza, con la unción y la delicadeza de lo sagrado, con el pulso de quien reconoce las voces de las termitas que devorarán la madera de lo escrito, y anticipa sus letras pulverizadas con esquirlas minuciosas que nada exhiben, excepto su probidad. De lo vivo a lo muerto, el poemario rinde cuentas antes de pedirlas, “cara a cara” con lo real, en un terreno intermedio entre lo irremediable (“Treguas no hay / Sucede nuestro fin”) y lo irremplazable (“Todo eso llevo conmigo”), entre el destino común de lo colectivo y la frágil perdurabilidad de lo individual, para caer en la ligadura última que a todos nos engarza, que con el mismo nudo abierto nos acuna, nos reúne y, “en el latir casi solitario”, para siempre nos separa. O quizá no, si –con las manos sobre el muro, de una vida a otra, del gesto que se crea, que muere y se repite en lo vivo como la piedra que salta en la superficie del lago– prevalece el “casi”.

ESTHER RAMÓN


Hay libros que dibujan su propio rostro; libros que trazan la espiral que conduce hacia ellos mismos, su centro, su unicidad. Ritual es uno de esos libros: una voz que comienza, firme y tenue al mismo tiempo, y va cobrando vigor a medida que avanza en su propia búsqueda.

Unas pocas líneas bastan para orientarnos en la lectura: “se empoza”, “soledumbre”, “embrean”… Se reconoce ese campo que Ernesto García López empezó a transitar en sus libros anteriores –Fiesta de pájaros (2002), El desvío del otro (2008)–, un campo penumbroso y llano –no necesariamente triste ni adusto; más bien reflexivo, circunspecto– incrustado de piedras preciosas: palabras que nos asombran, nos detienen, nos remontan a otras voces, como aquí al Vallejo de Los heraldos negros, al Octavio Paz de Árbol adentro, o al quizás menos presente Cancionero unamuniano.

Como si tanteara un territorio sagrado, con esa prudencia, ese respeto, esa unción, Ritual se inicia bajo la invocación de esos y otros maestros, tales como el pintor burgalés Fermín Aguayo, bajo cuyas palabras parecería quererse cobijar todo el volumen, o el poeta mexicano Xavier Villaurrutia, que ilumina “Monotipos”, la primera sección del libro.

Es quizás esa mirada autorizada, rigurosa, que se invoca en otros y tal vez se encarne en el propio poeta, la que parece haber sometido a esas primeras páginas a una poda, a un ejercicio de silencio, del que apenas parecen sobrevivir unos pocos pero lúcidos axiomas: “Comprender no significa nada” (p. 5), “La desaparición no es una excepción incontrolable. Se trata de la norma” (p. 14), y unos infinitivos que surgen con fuerza de consejo: “Manifestarse. Segar lo que adrede se olvida. Borrar lo que encarnizadamente nos daña” (p. 15). Y a apenas un palmo del punto de partida, como si el poeta quisiera advertirse y advertirnos de algún peligro inminente, irrumpe la sabiduría de un graffiti: “Recuerda tu fragilidad” (p. 12).

Por esta vía, con esta cautela, el poema llega a las líneas que parecen meditar sobre el camino por el que se nos ha conducido, por el que se nos ha acompañado:
“Despojarse. Preguntar por la desolación… / Quedarse allí. Repetir el asombro… quebrando la transparencia… Como un perro zaherido que se lame y arrellana” (p. 22). O, como dirá un poco más adelante: “Nombrar las cosas. / Poner en claro cada obsesión y llevarla hasta su canto” (p. 29). Eso es, precisamente, lo que aquí se hace: llevar cada vivencia, cada intuición, hasta ese punto en el que la palabra se desdobla, y es poema y extremo.

La segunda sección, “Alquimia del dolor”, se abre bajo la impronta de Baudelaire, de quien proviene el título, y de una firme exhortación de Juan Ramón Jiménez a salir de uno y ser y fundirse en el otro. Los poemas que siguen –o más aun, el poema dividido en xxi entradas que conforman esta sección— se hacen eco de esa dicotomía interior sobre la que medita Baudelaire, esa capacidad humana de transformar, por arte y gracia del dolor, el oro en hierro. El otro al que nos invita a tender Jiménez no aparece aun sino como parte de todo lo perdido: “Otra cosa el dolor (¿te acuerdas?)” (p. 36). A los breves axiomas de “Monotipos” se les opone aquí una duda que se devela como una dolorosa forma del saber: “No sé. Quizá sedimente el frío…” (p. 35), “No sé. Quizás la transparencia se incube…” (p. 36), y un “Sé”, igualmente drenado por la duda: “quizá no haya rompiente en la costa” (p. 37), “Tampoco eso es certeza.” (p. 37). Una duda que se erige en método de reflexión y camino de conocimiento.

En “El grito es un movimiento inacabado”, la tercera sección del poemario, Ernesto García López vuelve a poner su palabra bajo la égida de un artista plástico, esta vez el catalán Miguel Mont, quien con su “Nada es íntimo si no es un eco de latido colectivo”, parecería dar un paso más allá del otro individual con el que Juan Ramón Jiménez nos invitaba a fundirnos, para llegar ahora a un otro multitudinario cuyo corazón latiera al unísono con nuestra propia intimidad. En la poesía de García López, ese latido de los otros se vuelve el grito que irrumpe en el poema (p. 40). En efecto, en esta sección, es la historia la que irrumpe, con sus nombres propios, sus tanteos, esas “marchas lunares”.

Y lo que se revela, llegando como estamos casi a la médula de este ritual, es que lo que el poeta tantea aquí –en esta marcha lunar– no es ya el silencio para encontrar la palabra; es también la forma del poema, que se ensaya nueva en cada sección, de modo de mejor encauzar la sangre, la inquietud, la preocupación que la mueve. El hilo que empezaba tenue en “Monotipos” se afirma aquí, de la mano de nuevos maestros –Juan Liscano, Virgilio Piñera– para ahondar en el dictum jimeniano con un más rotundo y comunal: “Tenemos que salir de aquí” (p. 46).

Llegamos así a la penúltima estación de este recorrido, “Corte arbitrario”, una arbitrariedad que habla por cierto del corte del verso, que se despliega ahora en una amplitud hasta aquí no explorada, como si la cautela con que inicialmente se tanteaba el silencio fuera ahora la guía para tantear la potencialidad de un espacio que algunos pretenden mudo, y otros, tan significante y musical como la palabra misma. Un espacio explorado por la “escritura-labranza” que de pronto devela nuevas piedras preciosas, no ya como las primeras –bellas por maceradas y añejas, reencontradas–, sino por luminosamente nuevas más allá aun del oscuro ethos que a veces denuncian: “ríos / ríos de antílopes muertos” (p. 56) o, más adelante: “oh, cielo / colosal en mi boca / más escaso en la mirada / sigue / no te detengas / libera / el alba…” (p. 59).

El poema ha ido más allá del yo y del tú, más allá de un escueto nosotros comunitario, y ha arribado a esas cifras que nos conminan a todos, en tanto que raza humana: 1989, 2001, 2005, 2006, 2007… Números de los que somos víctimas y artífices. Cortes arbitrarios de un tiempo y de un espacio que parecería medirse por catástrofes, o por ghettos: Brixton, Camberwell, Peckham, Stockwell, las “zonas de mayor diversidad étnica” de Londres –ciudad donde el poeta compuso la mayor parte de este libro–, expresión en la que el eufemismo no alcanza para ocultar el sentido vital verdadero: áreas marginales, “inner cities”: inmigración, pobreza, insalubridad, violencia, semianalfabetismo... Hemos salido del yo, pero no del latido que late en el poeta.

Cumplidos todos los preparativos, tan cruciales como el rito mismo, llega “Ritual”, la sección que cierra el libro. La voz poética se hace eco aquí no del logro que se podría esperar sino de algo que se da a entender como fracaso, como un fracaso comunal que concierne tanto al poeta como al lector, en tanto miembros de la raza humana. Un fracaso como la manzana incrustada en el lomo de Gregorio Samsa: O reaccionamos, o nos pudrimos con ella. “De humeantes rescoldos / De musgosa carne / De aquellas faldas de polvo / estamos hechos” (p. 66), dice el poeta aquí, corrigiendo la más que etérea materia de la que nos había hecho Shakespeare. Un compromiso a asumir –parecería advertírsenos– si no queremos seguir regodeándonos en la ilusión de un futuro “sin alcanzarlo nunca” (p. 67).

Así llegamos al final de las cinco estaciones por las que, como un hilo de Ariadna, nos conduce esta voz, discreta y sabia, sin falsas estridencias, cauta, acompañándonos desde aquellos primeros pasos en los que apenas se vislumbraba una que otra escueta verdad, hasta una conclusión vigorosamente orquestada, insoslayable, en la que, una vez más, el “hipócrita lector” es conminado a reconocer su yo, su dolor, su ser, su intimidad, como sólo un eco de un pulso colectivo.

De aquí en más, sólo se tratará de reiniciar, o continuar, el rumbo que, del yo a los otros, de la inicial “soledumbre” a la final “ligadura”, nos marque la conciencia.


MERCEDES ROFFÉ
Nueva York, abril de 2010

MIGUEL PÉREZ ALVARADO


Tengo el gusto de presentar un libro de reciente publicación que, aún no siendo muy conocido en la península, la madurez de su propuesta poética bien merece una atención detallada. Se trata de LEVANTADO TEMPLO del poeta canario Miguel Pérez Alvarado (Ciclope Editores, Biblioteca Gorgonio Martín Muñoz, 2011). Aunque escribiré una reseña más amplia el próximo mes para Culturamas, me gustaría decir aquí que estamos ante un volumen cuajado, lleno de inquietud. Las secciones PAISAJE y HOGAR rezuman desasosiego, búsqueda, lado consciente e inconsciente de la realidad. Me gusta especialmente el manejo que hace del poema en prosa. Concentrado. Penetrante. Extraño. Tiene una potencia expresiva evidente, con capacidad para adensar en pocos versos una gran cantidad de referencias matéricas e ideacionales, que parecen proyectarse hacia el lector como hilachas de nuevos poemas. Hay intensidad. Emoción. Las palabras se colocan al filo de sus propias capacidades semánticas, enseñándonos cuán frágiles y fragmentarias pueden llegar a ser.

A continuación les presento tres poemas enlazados:

Paisaje I

Abro los ojos y los pongo sobre una piedra: la piedra duele porque no me cabe. El dolor me tira de los párpados y el peso de la piedra cae como humo que se hace líquido por dentro de mi cuerpo. Hasta un estanque lleno de piedras que han dolido que han caído que ahora son humo líquido por todas partes.

Paisaje II

Hijos del corazón del vino, alguien recogió la fruta hinchada (algún padre ajeno, violador sin rostro), y no sabemos explicar el color de las olas que golpean nuestro cuerpo. No nos enseñó el desierto sus túnicas, el mar su ronquería nunca desgastada hasta los huesos, ni los pilares su desnudez humana y olorosa. Lo aprendimos adentro, bebiendo cuencos que dan sed, sembrando espadas.

Pero no sabemos quién, qué padre decapitado nos dio la sed, fruta primera y semilla de todos los paisajes; y querríamos serle agradecidos.

Paisaje III

Nací en el centro de una piedra. Con las palmas sedientas conocí los límites y las barreras que existieron mucho antes que yo para impedir desde mi nacimiento mi respiración. Miré el material oscuro de la roca provocando la orfandad agachada de mis ojos. El crecimiento imparable de mis huesos menguó los últimos rincones de aire dentro de la piedra.

Y ya no tuve más remedio que tocarme y saltar mis ojos y doblar mis huesos no contra el mundo, dentro del jardín sin sol de mi cuerpo.



Para aquellos que no conozcan a este magnífico poeta digamos que nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1979. Desde 1997 reside en Madrid, ciudad en la que estudió Ciencias Políticas y Periodismo. Ha publicado el poemario Teoría de la luz (Cabildo de Gran Canaria, 2001) y ha colaborado esporádicamente en diversas publicaciones periódicas: La Plazuela de las Letras, Calibán, 2C-La Opinión de Tenerife, Revista Kafka. Hilo de tres puntas (Ediciones Idea, 2009) recoge sus conversaciones con el escritor Jorge Rodríguez Padrón, y en la misma editorial se prevé próximamente la publicación de sus Abordajes, en un libro en el que se incluye también Ritmo de Iker Martínez. En la actualidad prepara un texto sobre el viaje en la literatura canaria y la publicación de su tercer poemario.

UNA IMAGEN