La imagen que pueden observar pertenece al pintor estadounidense Allan Krapow. Se titula "Mountain" y pertenece a la exposición "Nuevos Realismos" que el Museo Reina Sofía de Madrid exhibe estos días (http://www.museoreinasofia.es/exposiciones/actuales/nuevos-realismos.html). Para quién no conozca a Krapow podemos decir que constituye el pionero del arte de perfomance, y fue uno de los máximos impulsores de las instalaciones artísticas y los happenings de los años sesenta. En este caso Krapow creo "Mountain" (tal y como nos informa el panel) como parte de una muestra colectiva de 1959 en la Reuben Gallery titulada Below Zero (Bajo cero). Su pila de periódicos arrugados fue importante para el despliegue de materiales cotidianos que serviría para rechazar el carácter valioso y preciado del arte moderno o high art. No en vano, una de las señas de identidad de este pintor norteamericano fue la idea de un «no-arte», que se encuentra en sus ensayos Arte que no puede ser arte y La Educación del No-artista. Frente a los defensores de la existencia de una Alta Cultura nos topamos, de nuevo, con artistas que desdeñan este falso prestigio y prefieren resituar al artista en su humus comunitario, es decir, el de la pura condición de sujetos contemporáneos, atravesados por las mismas oquedades que el resto.
A propósito de ésto, observo un cierto y renacido "malditismo" en algunos poetas recientes. Como si, otra vez más, el mito del artista/isla, presa de su propia individualidad, pudiera sustraerse de las tensiones y bajezas que el entorno sociocultural le propone. Gracias a los "Nuevos realistas", allá por entre 1959 y 1962, se pudo poner en solfa esta idea tan enraizada en el imaginario simbólico occidental desde el Romanticismo. Uno de los choques frontales más intensos contra una enunciación artística arcaizante, desconectada de la complejidad de lo real, fuertemente replegada en el ensimismamiento, heredera aún de los viejos dualismos: razón/emoción, mente/cuerpo, individuo/sociedad, público/privado, naturaleza/cultura...
La pregunta sería entonces: ¿Desde dónde seguimos escribiendo? Con la que ha caído, estructuralismos, postestructuralismos, feminismos, teoría poscolonial, teoría queer... ¿No es un poco ingenuo pensar que aún hoy podemos fabricar textos desde una conciencia individual anclada en el diecinueve? Viendo a Allan Krapow, me parece que cualquier intento de escritura enfáticamente enunciadora parece abocada a una suerte de "neurosis" radical. Sin embargo, el reto, al menos para mí, quizá consista en provocar textos donde la identidad (identidades) se vea atravesada por la interacción y la intersubjetividad, para no caer en solipsismos fragmentarios, revisitaciones de viejos nihilismos o actualizaciones de una "estética del yo" también finiquitada.
¿Desde dónde seguimos escribiendo?
Foto tomada por EGL. Museo Reina Sofía. Madrid, 26 de septiembre de 2010.
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