El otro día recorrí la British Library. Fue una visita como tantas otras. Un saludo a la escultura de Newton, franqueo de la puerta tras incómoda revisión de la mochila, una mirada panorámica al espléndido recibidor escalonado que da acceso a las varias salas de lectura y un peregrinaje por las “exposiciones temporales” que salmodian el recinto. Hasta la fecha sólo tengo parabienes hacia estas exposiciones. Sin ir más lejos, aún está adherida a mi recuerdo (allá por el otoño del año pasado) la dedicada a T.S. Eliot y su gestión al frente de Faber&Faber. Allí pude contemplar, asombrado, la primera edición de “La tierra baldía”. En esta ocasión la muestra habla de mapas. Su título: Magnificient maps, Power, Propaganda and Art (ver http://www.bl.uk/magnificentmaps/). Transito por las diferentes estancias. La cartografía como representación del mundo, como ejercicio del poder, como belleza, como itinerario para náufragos, como soberbia política, como panfleto, también como traducción de las inconsistencias del pensamiento. Agujeros, invisibilidades, terra incognita. Mapas que devienen en relatos de monstruos, batallas, ciudades, alucinaciones y pesadillas. Entonces me pregunto: ¿Existen mapas para la escritura? ¿Se puede trazar algún plan a la hora de escribir o ésta, la escritura, huérfana de toda representación, germina desde el desahucio? No tengo respuestas.
Quizá por eso comparece, como si de un fantasma se tratara, Marguerite Duras, quien en su libro “Écrire” (Gallimard, 1993) nos alerta de lo siguiente:
Se trouver dans un trou, au fond d´un trou, dans une solitude quasi-totale et découvrir que seule l´écriture vous sauvera. Être sans sujet aucun de livre, sans aucune idée de livre c´est se trouver, se retrouver, devant un livre. Une immensité vide. Un livre éventuel. Devant rien. Devant comme une écriture vivante et nue, comme terrible, terrible à surmonter. Je crois que la personne qui écrit est sans idée de livre, qu´elle a les mains vides, la tête vide, et qu´elle ne connaît de cette aventure du livre que l´écriture sèche et nue, sans avenir, sans écho, lointaine, avec ses règles d´or, élémentaires : l´orthographe, le sens.
Pongo el original en francés porque es el único que llevo en este momento. No soy traductor, así que disculpen los muchos errores que seguro cometeré en su traslado al castellano (quiero pensar que el lector es mucho más avezado que yo en materia idiomática y que, al menos, los contornos del mensaje quedarán dichos):
Encontrarse en un agujero, al fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que sólo la escritura te salvará. Estar sin tema alguno para el libro, sin ninguna idea de libro que encontrar, que reencontrar, antes del libro mismo. Una inmensidad vacía. Un libro posible. Delante nada. Frente a una escritura viva y desnuda, como algo terrible, terrible de superar. Creo que la persona que escribe está sin idea de libro, tiene las manos vacías, la cabeza vacía, y no conoce de esta aventura nada más que la escritura seca y desnuda, sin futuro, sin eco, distante, con sus reglas de oro, elementales: la ortografía, el sentido.
Imagino que si la escritura sabe de itinerarios, será el del mapa hacia ningún lugar.
EGL
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