JAIME SAENZ Y ROLANDO PÉREZ



Esta vez no escribiré una reseña sobre los textos que deseo recomendar. Marcho de viaje y no quería subirme al avión sin antes compartir un par de libros turbadores y necesarios. Dejaré que los propios poemas hablen. Ambas obras han sido publicadas dentro de la colección Transatlántica (Amargord) que dirige, con tesón y audacia crítica, Edmundo Garrido. Su catálogo está permitiendo a los lectores españoles tener una imagen global, heterodoxa y valiente de las corrientes poéticas latinoamericanas.

El primero de los libros se corresponde con la poesía completa del autor boliviano Jaime Saenz. Figura extrañísima. Un autor que desborda cualquier categoría, que vuelve inestables las miradas que buscan estabilizar la escritura. Quisiera traer el poema “En lo alto de la ciudad oscura” de su libro Al pasar un cometa (1970-1972). De fondo, La Paz, esa urbe encaramada en lo alto del mundo.




En lo alto de la ciudad oscura

Una noche en una calle bajo la lluvia en lo alto de la ciudad oscura
con el ruido a lo lejos
es seguro que suspirará
yo suspiraré
tomados de las manos por un gran tiempo en el interior de la arboleda
sus ojos claros al pasar un cometa
su cara llegada del mar sus ojos en el cielo mi voz dentro de su voz
su boca en forma de manzana su cabello en forma de sueño
una mirada nunca vista en cada pupila
sus pestañas en forma de luz un torrente de fuego
todo será mío dando volteretas de alegría
me cortaré una mano por cada suspiro suyo me
sacaré un ojo por cada sonrisa suya
me moriré una vez dos veces tres veces cuatro veces mil veces
hasta morir en sus labios
con un serrucho me cortaré las costillas para entregarle mi corazón
con una aguja sacaré a relucir mi mejor alma para darle una sorpresa
los viernes por la tarde
con el aire de la noche cantando una canción me propongo vivir trescientos años
en su hermosa compañía.


La otra voz que acompaña hoy será la del escritor cubano-americano Rolando Pérez. Se acaba de editar en bilingüe su La comedia eléctrica, que viera la luz hace tiempo en Estados Unidos en inglés (lengua en la que construye su obra literaria). Esta obra, tomando como referencia la Divina Comedia de Dante, construye un mapa de la contemporaneidad, de sus violencias, a través de una poesía vibrante y plagada de resonancias culturales, políticas y sociales. Justo en los próximos días tenemos la suerte de su visita a España. Estará el próximo 8 de noviembre en la Casa Encendida de Madrid: https://www.lacasaencendida.es/literatura/encuentro-rolando-perez-7941 Traigo aquí su “Canto 28” correspondiente a la sección “Inferno”.




Canto 28

El Nacimiento de la Humanidad
implicó un movimiento
completo y sin piedad:
la separación de alma y cuerpo
en el primero momento
de nuestra historia dolorosa.
De Adán queda su costilla,
de Eva queda su boca,
de Prometeo queda su hígado,
y de Pandora queda su sexo;
todos son pedazos de nosotros mismos
diseminados por un millar
de leyendas escritas.
Porque en la escritura está la caída;
la mayor de nuestras vanidades
reside en pensar que el Uno sustituye a lo múltiple.
Yo soy la primera incisión.
Tú eres la obra terminada.
Y con estas palabritas
comenzó el Infierno,
del cual ni siquiera el Maestro
pudo escapar,
al separar el Yo del mundo
y el mundo del Yo,
quemándose por dentro para siempre.
Siempre con el deseo de saber más,
este hermano de Fausto
parpadeó en el Paraíso
y Beatriz, como castigo,
desapareció.
El Maestro ya la había «traicionado» una vez
al mirar a otra doncella.
Nada hay de celestial en este
juego absurdo de los celos.
Alcibíades nunca pareció
más ridículo que al estar
celoso de Sócrates.
Del Yo al Yo deseo no hay
más que un paso al principio
del final.
Incluso los YAHOOS entienden
que solo desde el ego puede fluir la sangre.
No se deje engañar por el Maestro,
el Maestro fue un embaucador,
lo que escribió es un libro de venganza,
no un libro de amor.
Por supuesto, se necesita uno para reconocer el otro.
Los cantos del Inferno
Equivalen a Los Cantos de Maldoror.
Cierto es lo que dijo Blake de Milton:
todos los poetas se alían con Satán.
A nadie le interesan los relojes de cuco.
BRUNO quería negar su existencia;
Sam quería silencio;
Dante quería fe;
y Marsyas,
el artista orgulloso,
fue desollado vivo
por un dios celoso
al que yo siempre he odiado.
Y cuando los muchachos
de RESMANIAC
ebrios de Sí mismos
miran los cielos,
la estrella que los guía
en sus solitarias barcas
y brilla con intensidad,
es el Lucero del Alba.


CODA:

Nunca habrá paz duradera a menos que (y hasta que) los seres humanos lleguen a aceptar una filosofía de vida más adecuada a los hechos cósmicos y psicológicos, distinta a las crispadas idolatrías del nacionalismo y a la fe publicitaria apocalíptica en el Progreso del hombre hacia una mecanizada Nueva Jerusalén.

“Introducción”, Bhagavad-Gita
ALDOUS HUXLEY



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