MAIAKOVSKI Y PASOLINI EN NUEVA YORK


Una forma de preparar los viajes consiste en indagar las voces de otros viajeros. En septiembre estaré en Nueva York y desde ya mismo me veo empujado en el acecho de otras referencias, tránsitos realizados por escritores que admiro. Resulta que dos editoriales pequeñas y excelentes me han dado la oportunidad de simplificar dicha búsqueda. Los sellos "Gato Nero" y "Errata Naturae" han publicado recientemente dos libros poco conocidos pero de enorme interés: "América" de Vladimir Maiakoski (cuya foto inaugura esta entrada), y "Nueva York" de Pier Paolo Pasolini. Desgranemos brevemente cada uno de ellos.



Maiakovski viajó a La Habana, México y EEUU en 1925. Fueron apenas tres meses (de julio a octubre)de periplo. Formaba parte de una delegación del gobierno soviético y pronunció varias conferencias gracias al apoyo de las formaciones obreras del país norteameicano. Esta edición viene a recoger el libro de notas que fue gestando durante dicho viaje. Para quién haya leído la poesía de este autor sin duda encontrará un libro sorprendente, poliédrico, rico en detalles y matices. Se trata de una prosa seca, cortante, extremadamente lúcida, donde se entrecruzan las impresiones paisajísticas con las intuiciones sociológicas. La mirada de Maiakovski se fija tanto en grandes contornos culturales, como en detalles matéricos que reconstruyen la existencia en México DF y en Nueva York de manera admirable. Su lectura es una delicia y permite reconstruir el trayecto vital, ético, estético que el escritor ruso (desconocedor del inglés y, por tanto, doblemente extranjero en ese país) realizara por tierras americanas. Me gustaría transcribir sólo algunos párrafos a modo de invitación a su lectura:

[México, págs. 25-26]: "El ejército mexicano es curioso. Nadie, ni siquiera el secretario de Guerra, sabe cuántos soldados hay en México. Los soldados obedecen a los generales. Si un general que apoya al presidente tiene mil soldados, se jacta de disponer de diez mil. Y cuando recibe recursos para diez mil, vende la comida y los pertechos de los nueve mil que no existen. Si el mismo general está en contra del presidente, exhibe las estadísticas de un millar y, en el momento oportuno, saca a diez mil a combatir. Por esta razón, si le preguntan al secretario de Guerra sobre el número de las tropas, responde:

-Quién sabe, quién sabe. Tal vez treinta mil, o tal vez cien.

El ejército vive como antaño: en unas tiendas con sus enseres, esposas e hijos.

Durante las guerras internas, los enseres, las esposas y los hijos forman una especie de bandas anárquicas. Si un ejército carece de cartuchos pero tiene maíz y otro carece de maíz pero tiene cartuchos, paran el combate, las familias se dedican al comercio de trueque, unos se atiborran de maíz, otros llenan sus bolsas con los cartuchos, y vuelven a empezar la batalla."

[Nueva York, pág. 78]: "Negros, chinos, alemanes, judíos y rusos viven en sus barrios, con sus costumbres e idiomas, sin mezclas étnicas durante decenios.

En la ciudad de Nueva York, sin contar los suburbios, hay 1.700.000 judíos (aproximadamente),
1.000.000 italianos,
500.000 alemanes,
300.000 irlandeses,
300.000 rusos,
250.000 negros,
150.000 polacos,
300.000 hispanos, chinos y finlandeses.

Al final es un enigma: ¿quiénes son los estadounidenses propiamente dichos, y cuántos son cien por cien estadounidenses?

Al principio hacía un esfuerzo bestial para hablar inglés en un mes, y cuando mis esfuerzos empezaron a dar frutos, la gente a mi alrededor -el tendero, el lechero, el lavandero e incluso el policía- se puso a hablarme en ruso."

[Detroit, pág. 127]: "Me hizo mucha ilusión visitar la fábrica de Ford. La tirada de su libro publicado en 1923 en Leningrado ya ha alcanzado cuarenta y cinco mil ejemplares. El fordismo es el concepto favorito de los gestores de trabajo: hablan de la empresa de Ford como si fuera algo que se pudiese trasladar al socialismo prácticamente sin cambios."

[La partida, pág. 139]: "Los Estados Unidos se convertirán en un país exclusivamente financiero, usurero. Los antiguos trabajadores que tienen aún deudas por el automóvil comprado a plazos y una casa microscópica, tan regada con el sudor que no es extraño que haya crecido hasta la segunda planta, esos antiguos trabajadores pueden creer que su tarea consiste en vigilar que su dinero papal no desaparezca."

¿No me negarán que, de pronto, 1925 y Maiakovski parece que hubieran regresado a nuestros días?



Y ahora toca el turno al genio italiano. Este volumen recoge tres materiales bien distintos aunque conectados. Un extenso y completo prólogo hecho por Luigi Fontanella en torno a la figura de Pasolini, sus búsquedas estéticas y políticas y la vinculación de éstas con las dos visitas que realizara a Nueva York (en 1966 y 1969), la transcripción de la entrevista grabada que le hiciera en 1969 Giuseppe Cardillo en el Instituto de Cultura Italiana de Nueva York, y que ha permanecida dormida durante todo este tiempo, y las notas que el propio autor hiciera del segundo viaje tituladas "Nueva York es una guerra". Créanme, se trata de un libro excelente, plagado de elementos reflexivos de primer nivel. A lo largo de estas páginas nos encontramos con un Pier Paolo Pasolini que repasa toda su trayectoria, sus distintos deseos, sus marcos téoricos, sus obsesiones, su compromiso político. El nueva York que se encuentra en 1969 está atravesado por las luchas por los derechos civiles y viene a reencarnar parte del discurso de la izquierda de posguerra europea. Se trata de un viaje moral apasionante y debemos felicitar a este sello editorial por poner a disposición del público en español este trabajo. Al igual que hiciera con Maiakovski permítanme traer algunos párrafos:

[Págs. 59-61] "Antes me preguntaba usted por las lecturas que me han llevado a interesarme por los pobres, y adoro utilizar esta terminología: pobres, porque durante mucho tiempo -durante veinte años, desde el final de la II Guerra Mundial hasta hace pocos años- se ha hecho retórica sobre la clase obrera. Se ha establecido esta distinción: hablar de la clase obrera significaba ser comunista ortodoxo, digamos que perfecto; hablar de los pobres significaba ser populista. Pero yo siempre he hablado de los pobres de verdad, y la izquierda siempre me ha acusado de ser populista, humanitario. En cambio, ahora acepto esta terminología y, en el fondo, incluso la historia me ha dado la razón, porque ahora todo el mundo habla de los pobres, incluso los comunistas. Antes uested intentaba poner en relación el hecho de que yo me interese por los pobres y mis posibles lecturas poéticas, y también el uso del dialecto. Pues tengo que desmentirle también esto. Para ser sincero, el dialecto, no lo utilizaba de manera realista; es decir, no implicaba de ninguna manera la presencia del hablante y, por tanto, de su condición social de pobre o de perteneciente a otra clase social. Yo usaba el dialecto friulano por razones puramente estéticas, prescindiendo por compleo de quienes lo hablaban. [...] Y fue en ese momento cuando leí mi primera obra fundamental; es decir, un poco antes, con catorce años, había leído a Dostoievski y a Shakespeare, pero hacia los diecisiete años tuve una revelación fundamental en el instituto cuando descubrí la obra de Rimbaud, la de los simbolistas franceses y la de Ungaretti, en particular, Sentimiento del tiempo de Ungaretti. ¿Qué significió para mí? Esta lectura traumática, que representa una de las claves de mi vida, tuvo dos consecuencias distintas y, en cierto sentido, contradictorias.

En primer lugar, me hizo ser antifascista. La lectura de Rimbaud y de la poesía simbolista y decadentista hizo qe, no sólo mecánicamente, sino automáticamente, tomase conciencia de que era antifascista, así que diría que tuvo una función política positiva en mí.

En cambio, la segunda consecuencia fue puramente literaria y estética, lo cual parece contradictorio, pues, como usted sabe, los simbolistas postulaban una lengua de la poesía. [...] En resumen, los simbolistas basaban su poética en dos puntos: la poesía es el contenido de la poesía y la poesía tiene una lengua que le es propia; una lengua que no es ni decorativa ni referencial, sino la conciencia misma del lenguaje poético."

[Pág. 105] "En Estados Unidos, pese a mi brevísima estancia, he vivido muchas horas en un clima clandestino, de lucha, de urgencia revolucionaria, de esperanza, típico de la Europa del 44 y del 45. En Europa todo esto ya no existe: en Estados Unidos da la impresión de que está a punto de empezar. No quiero decir que en Estados Unidos haya una guerra civil ni nada que se le parezca, y tampoco quiero vaticinarla: sin embargo, se vive así, como en vísperas de grandes cosas. Los que pertenecen a la Nueva Izquierda (que no existe, tan sólo es un ideal) se reconocen a primera vista, e inmediatamente nace entre ellos esa especie de amor que unía a los partisanos. Hay héroes, caídos, Andrew, James y Micky -y muchos otros-, y grandres movimientos, grandes etapas de un enorme movimiento popular comprometido con el problema de la liberación de los negros y, ahora, con la Guerra de Vietnam."

No quiero acabar sin mostrar la imagen y la voz del propio Pasolini. Y como de Estados Unidos estamos hablando, aunque esté en italiano, aquí les entrego un fragmento de la entrevista que el propio Pasolini hiciera a Ezra Pound, uno de los maestros de la poesía del siglo XX. Que lo disfruten.

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