Cuarta moneda, de Arturo Carrera




Estoy leyendo al poeta argentino Arturo Carrera. Potlatch es el libro. Toda una demostración de potencia literaria, de desborde de lo preestablecido. No hay límites en la literatura de Carrera, no hay distinción entre lo colectivo, lo íntimo, lo ideacional y lo matérico. Todo se amalgama, todo se configura como un universo único, poblado de tiempo pasado y presente, que nos recuerda cuan vanas son nuestras categorías del saber. Contra la ordenación en cajitas de la realidad, esta poesía nos enseña a introducirnos por los intersticios y devolver a la palabra poética su sentido primigenio, el enigma (como nos dijera José Angel Valente), conectado con las propias inconsistencias del lector. Ya nos lo recordaba el gran poeta gallego en su "Cómo se pinta un dragón": Escribir es una aventura totalmente personal. No merece juicio. Ni lo pide. Puede engendrar, engendra a veces en otro una volición, una afección, un adentramiento. Otra aventura personal. Eso es todo. Como ya escribiré más adelante una reseña completa del libro, prefiero adelantar ahora un poema que me ha causado gran conmoción. Espero que les guste tanto como a mí.


CUARTA MONEDA


Y todo el dolor.
Y lo experimentabas cada vez con la lectura
del poema que traducías, que murmurabas
como en sueños de geómetra al despertar,
como rezando niño al dormir,
cada vez,
sin respetar los "cortes métricos" sino
adaptándolos a tu propia respiración,
a tu propio dolor: a mi propio dolor,
a mi propia respiración, seguridad perdida,
el paso cambiado del anhelo,
la disnea y en ella,
el dedo de mis abuelos acusativo:


derroche
,


todo lo que te dimos lo perdiste aunque
en la respiración llega el oro de nuestro sigilo,
los granos asirios de la primera cebada cambiados
en otras monedas rústicas,
la extrañeza de tu solitaria escritura impetuosa
enfrentada ahora a las calamidades
de este mundo, de estos universos tan visibles,


la traducción como manera de apropiarnos éticamente
no sólo de las leves gradaciones sonoras,
las sensibles distinciones en el ordenamiento
del movimiento de las frases sino algo
que como las nubes impalpables suele posarse
sobre el río: la evidencia desfondada y
la esperanza inútil.


el oro del sentido


que está en cada respiración y en cada sueño
y en las cabezas de loritos talladas en piedra
dormidas en el Museo de los Itinerarios
del Polvo Amarillo.

...incluso en el ritmo,
en el aparente silencio que tenuamente susurra y
raya nuevos desacostumbrados ecos, y
traduce devoción para encontrar en los otros
el señorío perdido,
el castillito en la esfera de cristal sin agua,
sin nieve, sin mirada de niño que dirige ese interior,
esa tormenta ahora seca,
de biscuit que vuelve más ronca la máquina
de la cajita.

El castillo del grillo en un claro de nuestro deseo
para obtener como vida entera una acción
-de cuyos signos obtengamos sólo música,

paciente música clara. La música sin esferas
que obstinada y cruel empuja y nos devuelve

-dado que la otra
se parece a la muerte.


Arturo Carrera

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