Albania 03



Vista desde el Ayuntamiento de Rubik. Mirdita. Norte de Albania. Junio 2010.

Hay una autovía que conecta Albania con Kosovo. Atraviesa la región de la Mirdita. Tradicionalmente esta zona montañosa se caracterizó por el aislamiento, la pobreza y la lucha por la vida. Entre montañas abruptas, sus habitantes fueron hilando una forma de estar marcada por la independencia. Dos soledades. La de un país esclerotizado y aislado internacionalmente por la dictadura de Hoxha. Y la propia incomunicación hacia dentro del resto de Albania. Mirditores, se hacen llamar. En cierta medida estas dos soledades nos atraviesan. Una nos abisma hacia dentro, otra nos acorrala contra el mundo. Hay que buscar carreteras que debiliten ese doble abandono. Me gustaría pensar que la literatura es una de ellas. Sin engaños. Sin trampas estratégicas. No en vano la nueva autovía se construyó para conectar el Adriático con el corazón de los Balcanes Occidentales. Un corredor por donde fluye la sangre de este nuevo orden internacional.

Desde el balcón natural que procura el Ayuntamiento de Rubik, contemplo las montañas de la Mirdita. Me acompaña una vieja estatuta de los tiempos del comunismo. Juntas nos hemos parado a observar:

sucede al amanecer
cuando damos forma a la destrucción—
juegos infantiles— piezas
desarmadas en sombras

obligados al autodiseño
vestimos pantalones de oferta
y dejamos que otros acumulen
el porvenir

EGL

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